miércoles, 25 de septiembre de 2013

La mujer y el Dragon

Algunas consideraciones sobre el capitulo 12 del apocalipsis Segundo habria que decir que es importante ver todo el capitulo de 12, referente a la mujer y el dragon, es decir si no se lee todo capitulo 12 1-28, se toma el riesgo de descontextualizar el pasaje que se narra. Tercero habria que tener en cuenta que como el mismo San Juan describe, fue llevado en espiritu, por lo tanto sus visiones, estan vistas desde el concepto espiritual y no estan sujetas a los limites de tiempo espacio y materia. Los actores, de este capitulo, La mujer, El Hijo, El Dragon, San Miguel Arcangel Empezaremos por el ultimo, como bien escribes en el 12, 9 nos dice claramente que el dragon es la serpiente antigua, satanas. Miguel y sus angles, se refiere a los angeles que estan con Dios. El hijo, de quien el pasaje dice varias cosas, 1.- Es hijo de la mujer, Gobernara con cetro de hierro, 3 el dragon lo quiere matar. Podriamos inferir por supuesto que es Cristo mismo. La mujer, hay varias interpretaciones, en especial si se relaciona con genesis 3, 15 puesto que la serpiente y el dragon son el mismo ser al que se le prometio que la simiente de la mujer le aplastaria la cabeza, asi pues unos ven la figura, de la iglesia, otros mas Israel y en el caso de los catolicos y ortodoxos a la virgen maria. Para entender esto es necesraio verlo desde un punto de vista mistico, como lo veia el evangelista y que en Apocalipsis 12, 17 dice que Entonces el dragón se enfureció contra la mujer y se fue a hacer la guerra al resto de sus hijos, es decir, a los que observan los mandamientos de Dios y guardan las declaraciones de Jesús. Por lo tanto me inclino mas por la opcion de que es maria, y el capitulo 12 narra la historia desde el principio al fin de la lucha entre el bien y el mal

martes, 17 de septiembre de 2013

La realidad Siria, el pueblo es el que sufre.

Los actuales acontecimientos, que estan llevando la situacion Siria, a un punto peligroso en el medio oriente, pues aunque algunos pudieran pensar, que que la propuesta rusa de que siria entregue sus armas quimicas al control internacional y la aceptacion de este por parte de estados unidos, y al mismo tiempo el dictamen de la ONU, sobre el uso de armas quimicas en siria, nos hace pensar, que mas bien esta etapa de preconflicto, esta en su punto mas peligroso, dado que los diferentes actores siguen sin mucha variacion en sus mismas posiciones. Veamos ¿Que actores estan actualmente interviniendo en el conflicto Sirio y por que de su importancia? Internamente De lado del gobierno El presidente sirio Bashar Al Assad, quien en conjunto con su familia, llevan mas de 40 años en el poder De lado rebelde Los rebeldes La Oposicion Al nursa, de los rebeldes y Vinculados a Al qaeda La poblacion Generalmente la mas afectada, Una poblacion de 20 millones de habitantes, la mayoria musulmanes, sunitas, tambien hay en menor medida chitas, drusos y alawitas. Existe tambien una minoria cristiana catolica ortodoxa, que son los que sin deberla ni temerla han sufrido mayores vejaciones por parte de los rebeldes. Externamente A favor de una Intervencion armada Estados unidos, Francia, Israel, y otros paises. En contra Rusia, China, y otros paises. Pretexto o bandera, el uso de armas quimicas. Intereses en la region Petroleo, posicion geopolitica con respecto a Iran Afganistan e Israel, mar mediterraneo, un control en Afganistan Iran,Irak,y Siria, aseguraria el control de todo el flujo energetico, petroleo y gas en el medio oriente, acia y europa. Intereses fuera de la region, control sobre medio oriente, de lado de EU y OTAN, evitar la expansion de EU de parte de china y rusia. Las lineas discursivas de Obama al dia de hoy son nos detrendemos tantito, pero de algun modo atqacaremos a Siria. Analisis en nuestra prespectiva, el intento por parte de Estados unidos de cambiar el mapa geopolitico en la region, ha provocado serias tensiones en las que Siria, las armas quimicas y los derechos humanos son solo pretextos, para un movimiento de intereses en mayor escala EU, Israel, Francia, vs China, Rusia, por el control de la region en medio oriente en el cual se dan episiodios, nunca antes vistos
Tambien se estan aprovechando las fuerzas rebeldes, contra la dictadura Siria, para perseguir a los propios Cristianos Siriaos.

martes, 25 de junio de 2013

New Age, un gran peligro para la fe .

Escrito por Alejandro Ledezma En las últimas décadas ha surgido una gran amenaza para el cristianismo, la fe de los creyentes y los valores de la sociedad, un fenómeno que por su naturaleza híbrida, no ha sido fácil definirla con claridad, podría tratarse de una nueva “religión”, filosofía o simplemente una corriente tras algunos descubrimiento undo s científicos en el mmoderno. Se trata de el New Age (Nueva Era), “un movimiento” sociocultural que ya, desde algunos años, ha impactado en las sociedades desarrolladas y subdesarrolladas del mundo occidental. El término New Age, según los especialistas podría tratarse de dos significados: • Es un concepto que se refiere a un “fenómeno postmoderno” y a un “movimiento” de tipo espiritual y sociocultural de alcance internacional. • Es una nueva etapa o periodo histórico que, aseguran sus seguidores, se aproxima muy pronto para toda la humanidad y la denominan Era de Acuario. Evidentemente, el tema ha causado polémica por sus controvertidas definiciones y objetivos, el mismo cardenal Norberto Rivera Carrera en 1997 emitió una carta llamada “Instrucción Pastoral sobre el New Age” la cual busca alertar y prevenir, resaltando el sutil pero muy real peligro que representa para la integridad de la fe y los valores del pueblo. En dicha carta, el cardenal Rivera Carrera definió la naturaleza de esta corriente: “No es una secta, ni una religión. No es una organización única, ni sigue lineamientos unánimes y universales. No es ni ciencia ni filosofía, aunque se encubre de argumentos pseudocientíficos y discursos confusos que combinan ideas filosóficas y teológicas con cierta originalidad. “A veces se habla de del ‘New Age’ como un movimiento para señalar su naturaleza de red o ‘network’ de muchos individuos y grupos que coinciden en una cierta visión del mundo y una aspiración común de cambiarlo. Lo que les une no es una estructura organizativa ni un código de doctrinas bien definida, si no una misma mentalidad y una comunicación muy fluida. “En ese sentido podemos creer de ciertas creencias básicas compartidas en mayor o menor medida por los integrantes del ‘New Age’. Así llegaremos a describir un fenómeno tan vasto y escurridizo que no permite una definición sintética…”. Por su lado, el beato Juan Pablo II advirtió claramente a un grupo de obispos que: "Las ideas del New Age a veces se abren camino en la predicación, la catequesis, los congresos y los retiros, y así llegan a influir incluso en los católicos practicantes que tal vez no son conscientes de la incompatibilidad de esas ideas con la fe de la Iglesia". New Age ha penetrado cada rincón del Planeta En los últimos años y gracias a la globalización, el mercado ha expandido no sólo productos o servicios de ésta corriente, también ha infiltrado ideologías, tradiciones y culturas que buscan su proliferación a pesar de su erróneo mensaje. Es mediante libros, revistas, publicaciones, terapias alternativas, productos, conferencias, sitios web, expos, clubes y hasta en la música, que este fenómeno ha logrado posicionarse. El cardenal Daneels observó que dentro de ese coctel de creencias están contenidas toda una serie de vertientes particulares, mismas que sintetizó y agrupó en cuatro grandes fuentes: • Subestructura científica. • Religiones orientales. • Nueva psicología transpersonal. • Astrología. • Esoterismo • Ocultismo En su opinión, el padre Mitch Pacwa SJ señala en el libro Nueva Era vs. Buena Nueva de Jaime Duarte Martínez, que la Nueva Era se distingue por ser un “movimiento ecléctico y pobremente fundamentado”, esto por su estructura débil y por su contenido monista, panteísta y mileniarista. En ese sentido, Luis Eduardo López Padilla, también un reconocido estudioso de la Nueva Era, considera que el gnosticismo, esoterismo, las religiones mundiales, la nueva psicología, y la nueva base científica, son las fuentes que la nutren. Medard Kehl, profesor de teología dogmática en Frankfurt, enumera como sus raíces a la “filosofía europea de la historia y la sabiduría china, la nueva interpretación de la física nuclear y la biología (holismo), la asociación entre la teoría de sistemas biológicos y el espiritismo, la psicología transpersonal y el renacimiento de la teosofía”. Del mismo modo, para Donald Leonard, profesor de fenomenología y filosofía de la religión en Roma, la New Age tiene raíces esotéricas, orientales, socioculturales y fundamentos en psicología moderna. Ante estas consideraciones, vemos que el orientalismo, paganismo, esoterismo, gnosticismo y ocultismo son parte fundamental del fenómeno, además, las mismas religiones indígenas y paganas forman parte del movimiento. A continuación conozcamos otras características relacionadas con la corriente las cuales muchas de ellas son presentadas con un rostro dulce y tranquilizador, pero en realidad esconden muchas trampas: • Relativismo: postula que ninguna religión ni moral son verdaderas y únicas. • Orientalismo: culto a deidades y practicas de religiones de oriente, como budismo e hinduismo. • Sincretismo: mezcla disfrazada de orientalismo y ocultismo con el cristianismo. • Ocultismo: pertenencia, creencia y practica de filosofías, cultos, ritos o principios paganos, esotéricos, gnósticos, anticristianos o diabólicos. • Esoterismo: conocimiento o “verdades” ocultas, misteriosas o secretas para aquellos que no han sido designados o iniciados para recibirlos. • Panteísmo: comunión de todas la cosas, como parte de un “todo” y de la “misma cosa”, sin diferencias en los elementos que lo conforman. • Neo paganismo: adoración y culto a antiguas deidades indígenas o aborígenes. • Gnosticismo: salvación de unos cuantos por el conocimiento introspectivo de lo “divino”. • Hermetismo: existencia de principios, filosofías y “verdades secretas”. • Teosofismo: mezcla de todas las enseñanzas religiosas y esotéricas en una sola. • Holística: globalizadora, porque sólo hay una energía-realidad. • Ecológica: la Tierra, Gaia, es nuestra madre, cada uno de nosotros es una neurona del sistema nervioso central de la Tierra. • Andrógina: el arcoíris y el Yin Yang son símbolos que tienen que ver con la complementariedad de los contarios, especialmente lo masculino y femenino. • Mística: que encuentra lo sacro en todas las cosas, en las más ordinarias. • Planetaria. Las personas deben estar a la vez enraizadas en su propia cultura y abiertas a la cultura universal, buscando amor, compasión, paz y el establecimiento de un gobierno mundial. Ante ello, es preciso recordar la palabra del apóstol Mateo, (24, 23-25) quien alertó y dijo “… Entonces, si algunos os dice: Mirad, el Cristo está aquí o ahí, no lo creáis. Porque surgirán falsos cristos y falsos profetas, que harán grandes señales y prodigios, capaces de engañar, si fuera posible, a los mismos elegidos. ¡Mirad que os lo he predicho”! New Age atenta contra los mandamientos de Dios con un manifiesto panteísta Como ya lo hemos señalado, este fenómeno se mueve con dulzura entre la sociedad, disfrazado del “bien para el bien”. Ejemplo claro de ello es la llamada Carta de la Tierra, un manifiesto panteísta que de acuerdo con los especialistas también es un instrumento de muchos políticos e instituciones que buscan terminar con el cristianismo, la cual está redactada para reemplazar a los 10 Mandamientos, según declaró uno de sus impulsores, Mijaíl Gorbachov. En entrevista con yoinfluyo.com, el padre Juan Claudio Sanahuja, sacerdote de la Prelatura del Opus Dei precisó que la Carta de la Tierra es un documento que se ha ido extendiendo y ha buscado consenso internacional de instituciones y personas, “el mismo Gorbachov (presentador de la misma) aseguró que la Carta de la Tierra fue creada para sustituir los 10 mandamientos”. Sanahuja señaló que la Carta de la Tierra es una manifestación de panteísmo que es la adoración de la tierra, “detrás de todo esto está el programa de las Naciones Unidas para el desarrollo cuyos representantes tienen sus elogios en el tema y por supuesto, el tema masón”. El documento se ha traducido a más de 30 lenguas desde su lanzamiento en el año 2000, “la Carta se ha convertido en el paradigma de ‘una nueva ética para un nuevo mundo’, ya que, según sus autores, es el ‘Decálogo de la Nueva Era’”, aseguró Sanahuja quien también es autor del libro “El desarrollo sustentable. La nueva ética internacional”. Cabe destacar que la primera versión de la Carta fue redactada en marzo de 1997, en Río de Janeiro, bajo la dirección de Mijaíl Gorbachov y Maurice Strong (con conexiones del grupo Bilderberg y el Foro Económico de Davos). Uno de los que intervino en su elaboración fue Leonardo Boff, sacerdote excomulgado y autor del “ecologismo espiritual”, además es miembro de la Comisión de la Carta. Es importante señalar que el no estar de acuerdo con este proyecto, no significa estar en contra de la protección del planeta, el medio ambiente y la naturaleza misma; puede ser un tema confuso y controvertido pero el verdadero problema está en las facultades sobrenaturales que la “New Age” cree que contienen y emplean, como su errónea idea de edificar a la Tierra al equipararla con Dios. Sin duda es un tema polémico y controversial, donde muchos no estarán de acuerdo y otros tantos sí, el engaño y la confusión son las armas del “New Age”, por ello es importante saber y ser conscientes de todo lo que implica esta corriente. No olvidemos que “reunificar” a las religiones y abolir al cristianismo son sus principales objetivos. Ver directamente en wwww.yoinfluyo.com Fuentes y citas: Padre Juan Claudio Sanahuja Mensaje a obispos de Juan Pablo II “Instrucción Pastoral sobre el New Age”: cardenal Norberto Rivera Nueva Era vs. Buena Nueva, Jaime Duarte Martínez http://www.yoinfluyo.com/revistayi/general/new-age-un-gran-peligro-para-la-fe.html

domingo, 9 de junio de 2013

lunes, 13 de mayo de 2013

13 de Mayo Las Apariciones de Fatima


fatim2.jpg (12331 bytes)Desde el 13 de mayo de 1917 la Sma. Virgen María se apareció en seis ocasiones en Fátima (Portugal) a tres pastorcitos: Lucía, Francisco y Jacinta. En un hermoso libro titulado "Memorias de Lucía" (cuya lectura recomendamos) la que vio a la Virgen cuenta todos los detalles de esas apariciones.

El 13 de mayo se produjo el siguiente diálogo:
- ¿De dónde es su merced? - Mi patria es el cielo.

- ¿Y qué desea de nosotros? - Vengo a pedirles que vengan el 13 de cada mes a esta hora (mediodía). En octubre les diré quién soy y qué es lo que quiero.

- ¿Y nosotros también iremos al cielo? - Lucía y Jacinta sí.

- ¿Y Francisco?

Los ojos de la aparición se vuelven hacia el jovencito y lo miran con expresión de bondad y de maternal reproche mientras va diciendo: - El también irá al cielo, pero antes tendrá que rezar muchos rosarios.
Y la Sma. Virgen continuó diciéndoles:

- ¿Quieren ofrecerse al Señor y estar prontos para aceptar con generosidad los sufrimientos que Dios permita que les lleguen y ofreciéndolo todo en desagravio por las ofensas que se hacen a Nuestro Señor?

- Sí, Señora, queremos y aceptamos.

Con un gesto de amable alegría, al ver su generosidad, les dijo:

- Tendrán ocasión de padecer y sufrir, pero la gracia de Dios los fortalecerá y asistirá.

Segunda aparición: 13 de Junio de 1917.

La Sma. Virgen le dice a los tres niños: "Es necesario que recen el rosario y aprendan a leer".

Lucía le pide la curación de un enfermo y la Virgen le dice: "Que se convierta y el año entrante recuperará la salud".

Lucía le suplica: "Señora: ¿quiere llevarnos a los tres al cielo?".

- Sí a Jacinta y a Francisco los llevaré muy pronto, pero tú debes quedarte aquí abajo, porque Jesús quiere valerse de ti para hacerme amar y conocer. El desea propagar por el Inmaculado Corazón de Maríamundo la devoción al Inmaculado Corazón de María.

- ¿Y voy a quedarme solita en este mundo?

- ¡No hijita! ¿Sufres mucho? Pero no te desanimes, que yo no te abandonaré. Mi corazón inmaculado será tu refugio y yo seré el camino que te conduzca a Dios.

Tercera aparición: 13 de julio de 1917.

Ya hay 4,000 personas. Nuestra Señora les dice a los videntes: "Es necesario rezar el rosario para que se termine la guerra. Con la oración a la Virgen se puede obtener la paz. Cuando sufran algo digan: ‘Oh Jesús, es por tu amor y por la conversión de los pecadores’".
La Virgen abrió sus manos y un haz de luz penetró en la tierra y apareció un enorme horno lleno de fuego, y en él muchísimas personas semejantes a brasas encendidas, que levantadas hacia lo alto por las llamas volvían a caer gritando entre lamentos de dolor. Lucía dio un grito de susto. Los niños levantaron los ojos hacia la Virgen como pidiendo socorro y Ella les dijo:

- ¿Han visto el infierno donde van a caer tantos pecadores? Para salvarlos, el Señor quiere establecer en el mundo la devoción al Corazón Inmaculado de María. Si se reza y se hace penitencia, muchas almas se salvarán y vendrá la paz. Pero si no se reza y no se deja de pecar tanto, vendrá otra guerra peor que las anteriores, y el castigo del mundo por sus pecados será la guerra, la escasez de alimentos y la persecución a la Santa Iglesia y al Santo Padre. Vengo a pedir la Consagración del mundo al Corazón de María y la Comunión de los Primeros Sábados, en desagravio y reparación por tantos pecados. Si se acepta lo que yo pido, Rusia se convertirá y vendrá la paz. Pero si no una propaganda impía difundirá por el mundo sus errores y habrá guerras y persecuciones a la Iglesia. Muchos buenos serán martirizados y el Santo Padre tendrá que sufrir mucho. Varias naciones quedarán aniquiladas. Pero al fin mi Inmaculado Corazón triunfará.

Y añadió Nuestra Señora: Cuando recen el Rosario, después de cada misterio digan: "Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia".
Cuarta aparición: Agosto 1917.

Cuarta aparición. Esta no ue posible el 13 de agosto, porque ese día el alcalde tenía prisioneros a los 3 niños intentándo acerlos decir que ellos no habían visto a la Virgen.  Aunque el alcalede no logró su propósito, la aparición sucedió  unos días después.

La Sma. Virgen les dijo en la 4ª. Aparición: "Recen, recen mucho y hagan sacrificios por los pecadores. Tienen que recordar que muchas almas se condenan porque no hay quién rece y haga sacrificios por ellas". (El Papa Pío XII decía que esta frase era la que más le impresionaba del mensaje de Fátima y exclamaba: "Misterio tremendo: que la salvación de muchas almas dependa de las oraciones y sacrificios que se hagan por los pecadores).

Rosario.gif (1090 bytes)Desde esta aparición los tres niños se dedicaron a ofrecer todos los sacrificios posibles por la conversión de los pecadores y a rezar con más fervor el Rosario.

Quinto aparición: 13 de Septiembre 1917.
Ya hay unas 12,000 personas. Nuestra Señora les recomienda a los videntes que sigan rezando el Rosario y anuncia el fin de la guerra. Lucía le pide por varios enfermos. La Virgen le responde que algunos sí curarán, pero que otros no, porque Dios no se confía de ellos, y porque para la santificación de algunas personas es más conveniente la enfermedad que la buena salud. E invita a todos a presenciar un gran milagro el próximo 13 de octubre.

Sexta y última aparición. 13 de octubre de 1917.
En este día hay 70,000 personas. La aparición dice a los tres niños: "Yo soy la Virgen del Rosario. Deseo que en este sitio me construyan un templo y que recen todos los días el Santo Rosario".

Lucía les dice los nombres de bastantes personas que quieren conseguir salud y otros favores muy importantes. Nuestra Señora le responde que algunos de esos favores serán concedidos y otros serán reemplazados por favores mejores. Y añade: "Pero es muy importante que se enmienden y que pidan perdón por sus pecados".

Y tomando un aire de tristeza la Sma. Virgen dijo estas sus últimas palabras de las apariciones: QUE NO OFENDAN MAS A DIOS QUE YA ESTA MUY OFENDIDO (Lucía afirma que de todas las frases oídas en Fátima, esta fue la que más le impresionó).

La Sma. Virgen antes de despedirse señaló con sus manos hacia el sol y entonces los 70,000 espectadores presenciaron un milagro conmovedor, un espectáculo maravilloso, nunca visto: la lluvia cesó instantáneamente (había llovido desde el amanecer y era mediodía) las nubes se alejaron y el sol apareció como un inmenso globo de plata o de nieve, que empezó a dar vueltas a gran velocidad, esparciendo hacia todas partes luces amarillas, rojas, verdes, azules y moradas, y coloreando de una manera hermosísima las lejanas nubes, los árboles, las rocas y los rostros de la muchedumbre que allí estaba presente. De pronto el sol se detiene y empieza a girar hacia la izquierda despidiendo luces tan bellas que parece una explosión de juegos pirotécnicos, y luego la multitud ve algo que la llena de terror y espanto.
Ven que el sol se viene hacia abajo, como si fuera a caer encima de todos ellos y a carbonizarlos, y un grito inmenso de terror se desprende de todas las gargantas. "Perdón, Señor, perdón", fue un acto de contricción dicho por muchos miles de pecadores. Este fenómeno natural se repitió tres veces y duró diez minutos. No fue registrado por ningún observatorio astronómico porque era un milagro absolutamente sobrenatural.

Luego el sol volvió a su sitio y los miles de peregrinos que tenían sus ropas totalmente empapadas por tanta lluvia, quedaron con sus vestidos instantáneamente secos. Y aquel día se produjeron maravillosos milagros de sanaciones y conversiones.

Y nosotros queremos recordar y obedecer los mensajes de la Sma. Virgen en Fátima: "Rezar el Rosario. Hacer oración y sacrificios por la conversión de los pecadores y NO ofender más a Dios, que ya esta muy ofendido".
Vitral de la Virgen de FatimaUn tiempo antes de la manifestación de Nuestra Señora de Fátima, los niños Videntes, tuvieron tres apariciones de un Angel. La primera tuvo lugar en la primavera de 1916 en la cueva "Loca de Cabeco".

El Angel les dijo: " No teman. Soy el Angel de la Paz. Recen conmigo."

Luego se arrodillo en la tierra, se inclino y dijo :
"Mi Dios, Yo creo en ti, Yo te adoro y Yo te amo. Te pido perdón por todos aquellos que no creen , que no te adoran y no te aman."

Lo repitió tres veces, se levanto y le dijo a los  pequeños "Recen de esta manera. Los corazones de Jesús y María están atentos a sus súplicas." Luego desapareció.

En la segunda aparición, entre otras cosas, el Angel les dijo: "Yo soy el Angel de su guardia, el Angel de Portugal. Sobre todo, acepten y soporten con sumisión el sufrimiento que el Señor les envíe".

En la tercer aparición: El Angel nuevamente se apareció en la cueva Loca de Cabeco, llevaba consigo un cáliz y sostuvo sobre él, una Hostia. Repitió tres veces esta oración:

"Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo te ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo, presente en todos los tabernáculos del mundo, en acto de reparación por los sacrilegios, ultrajes e indiferencia por la cual Él Mismo es ofendido. Y mediante los méritos infinitos de su Sacratísimo Corazón y del Inmaculado Corazón de María, yo le pido la conversión de los pobres pecadores."

Después le dio la Hostia a Lucía y ofreció el contenido del Cáliz a Jacinta y Francisco para que lo bebieran. Volvió a repetir la oración y se marcho.
Ocurrieron entre el 13 de mayo y el 13 de octubre de 1917.

Primera Aparición
:

Aconteció el 13 de mayo, los tres niños se encontraban en la Cova de Iría, cuando vieron un luz como si fuera un relámpago, entonces creyendo que era una tormenta, intentaron marcharse, pero nuevamente otro rayo de luz los detuvo, de repente por encima de un arbusto apareció Nuestra Señora vestida de blanco, brillaba como el sol, en su mano derecha llevaba un Rosario. La Virgen les hablo así:

"No tengan miedo. No les haré daño."

Lucia pregunto:
- ¿De dónde es su merced?

La Virgen María respondió:
- Mi lugar es el cielo.

Y el diálogo siguió, más o menos de esta manera:
- ¿Y qué desea de nosotros?

- Vengo a pedirles que vengan el 13 de cada mes al mediodía. En octubre les diré quién soy y qué es lo que quiero.

Lucía le Pregunto:
- ¿Nosotros también iremos al cielo?

- Jacinta y tu, sí.

- ¿Y Francisco?,  preguntó Lucía.

- El también irá al cielo, pero antes tendrá que rezar muchos rosarios.

Y la Señora continuó diciéndoles:
- ¿Quieren ofrecerse al Señor y estar prontos para aceptar con generosidad los sufrimientos que Dios permita que les lleguen y ofreciéndolo todo en desagravio por las ofensas que se hacen a Nuestro Señor?

- Sí, Señora, queremos. Respondieron los pastorcitos.

La Santísima Virgen les dijo:
- Tendrán ocasión de padecer y sufrir, pero la gracia de Dios los fortalecerá y asistirá.

Pasados unos minutos Nuestra Señora agregó:
-"Rezad el rosario todos los días para alcanzar la paz del mundo y el fin de la guerra".

Luego se elevó y desapareció.
Virgen de FatimaSegunda Aparición:
Tuvo lugar el 13 de Junio de 1917, en ella Nuestra Señora les pidió a los niños que recen el rosario y aprendan a leer.

Después Lucía le preguntó:
¿Quiere llevarnos a los tres al cielo?

Nuestra Señora le responde:
- Sí a Jacinta y a Francisco los llevaré muy pronto, pero tú debes quedarte aquí abajo, porque Jesús quiere valerse de ti para hacerme amar y conocer. El desea propagar por el mundo la devoción al Inmaculado Corazón de María.

Lucía entonces le dice:
- ¿Y voy a quedarme sólita en este mundo?

La santísima Virgen le responde:
- ¡No hijita! ¿Sufres mucho? Pero no te desanimes, que yo no te abandonaré. Mi Corazón Inmaculado será tu refugio y yo seré el camino que te conduzca a Dios.

Tercera Aparición
:
Ocurrió el 13 de julio de 1917, en esta aparición, ya se encuentran 4000 personas contemplando a los niños. Nuestra Señora les habló a los videntes así:

"Es necesario rezar el rosario para que se termine la guerra. Con la oración a la Virgen se puede obtener la paz. Cuando sufran digan: 'Oh Jesús, es por tu amor y por la conversión de los pecadores' ".

Luego tuvieron la visión del Infierno, que Lucía en su libro "Memorias" nos relata así:

"Ella abrió sus manos una vez más, como lo había hecho los dos meses anteriores. Los rayos de luz parecían penetrar la tierra y vimos, por decirlo así, un vasto mar de fuego. Sumergidos en este fuego, vimos a los demonios y a las almas de los condenados. Estas últimas eran como rescoldos transparentes y ardientes, todos ennegrecidos o bruñidos en bronce, que tenían forma humana. Flotaban en aquella conflagración, que a veces se elevaba en el aire por las llamas que ellas mismas emitían, junto con grandes nubes de humo. Retrocedían después hacia todos lados como chispas en incendios inmensos, sin peso o equilibrio, entre alaridos y gemidos de dolor y desesperación, que nos horrorizaron y nos hicieron temblar de miedo (debió haber sido este espectáculo lo que me hizo gritar, como dice la gente que nos escuchó). Los demonios se distinguían de las almas de los condenados, por su aterrador y repugnante parecido con espantosos y desconocidos animales, negros y transparentes como brasas ardientes. Esa visión duró sólo un momento, gracias a nuestra bondadosa Madre Celestial, Quien en la primera aparición había prometido llevarnos al Cielo. Sin esto, creo que hubiéramos muerto de terror y miedo."

Después de este suceso, los niños Videntes estaban asustados y Nuestra Señora, les habló con bondad y tristeza:

"¿Han visto el infierno donde van a caer tantos pecadores? Para salvarlos, el Señor quiere establecer en el mundo la devoción al Corazón Inmaculado de María. Si se reza y se hace penitencia, muchas almas se salvarán y vendrá la paz. Pero si no se reza y no se deja de pecar tanto, vendrá otra guerra peor que las anteriores, y el castigo del mundo por sus pecados será la guerra, la escasez de alimentos y la persecución a la Santa Iglesia y al Santo Padre. Vengo a pedir la Consagración del mundo al Corazón de María y la Comunión de los Primeros Sábados, en desagravio y reparación por tantos pecados. Si se acepta lo que yo pido, Rusia se convertirá y vendrá la paz. Si no, esparcirá sus errores por el mundo y habrá guerras y persecuciones a la Iglesia. Muchos buenos serán martirizados y el Santo Padre tendrá que sufrir mucho. Varias naciones quedarán aniquiladas. Pero al fin mi Inmaculado Corazón triunfará.

El Santo Padre me consagrará a Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz. En Portugal el dogma de la fe se conservará siempre... (Luego de estas palabras la Virgen María les cuenta a los niños la tercera parte del secreto o (tercer secreto), que Lucía escribió entre el 22 de Diciembre de 1943 y el 9 de Enero 1944). Después la Virgen dijo: 'Esto no lo digas a nadie. A Francisco si podéis decírselo'."

Y agregó: Cuando recen el Rosario, después de cada misterio digan: "Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, libranos del fuego del infierno y lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia".

Cuarta Aparición

Esta ocurrió el domingo 19 de Agosto, porque el 13 de agosto, el administrador del Consejo del lugar, apresó a los tres niños para tratar de hacerlos decir que ellos no habían visto a la Virgen, los asusto, los encerró en el calabozo, donde los pequeños colgaron en la pared una medalla que tenia Jacinta y rezaron el rosario junto a los presos, hasta que finalmente tuvo que liberarlos. Unos días después la Virgen apareció en un lugar llamado Valinhos (a 400 metros de Aljustrel), y entre otras cosas les dijo: "Deseo que sigan yendo a Cova de Iría en los días 13, que sigan rezando el rosario todos los días y les prometio que haría en el último mes un milagro para que todos creyesen."
Quinta Aparición:
Sucedió el 13 de Septiembre 1917. Nuestra Señora les dice nuevamente a los niños que sigan rezando el Rosario para que finalice la guerra y les expresa:

"En octubre haré un milagro para que todos crean, Curaré a algunos enfermos, pero no a todos."

Sexta Aparición
:
"El milagro del cielo de Fátima o el milagro del Sol."

La última aparición ocurrió el 13 de octubre de 1917, en la Cova de Iría, donde se encontraban 70.000 personas, llovía torrencialmente y los pequeños fueron al lugar, donde la Virgen se manifestó y les dijo:

" Yo soy la Señora del Rosario, continúen rezando el Rosario todos los días, la guerra se acabará pronto."

Luego se produce el milagro del sol, la Virgen elevó sus brazos al cielo y la lluvia se detuvo, el sol giró tres veces sobre si mismo, emitiendo luces de variados colores. Los niños y los testigos del suceso vieron como si el sol se desprendiera del firmamento y fuese a caer sobre ellos. Muchos gritaban de miedo, los niños Videntes en esos momentos tuvieron visiones al lado del sol, vieron a San José con el Niño, a Nuestra Señora de los Dolores y a Nuestra Señora del Carmen. Luego de diez minutos el sol volvió a su lugar y los miles de peregrinos que tenían sus ropas mojadas por tanta lluvia, quedaron con sus ropas completamente secas.

Este suceso es considerado como el acontecimiento sobrenatural más grande del siglo XX. La Iglesia Católica ha aprobado oficialmente al Mensaje de Fátima como "digno de ser creído" desde 1930.

Un observador de los hechos el Doctor Garrett, profesor de la Facultad de Ciencias de Coimbra, Portugal, relato lo sucedido así:

"El cielo, que había estado nublado todo el día, súbitamente se aclaró; la lluvia paró y parecía como si el sol estuviera a punto de llenar de luz el campo que la mañana invernal había vuelto tan lóbrego. Yo miraba el lugar de las apariciones en un estado sereno, aunque frío, en espera de que algo pasara, y mi curiosidad disminuía, pues ya había transcurrido bastante tiempo sin que pasara nada que llamara mi atención. Unos momentos antes, el sol se había abierto paso entre una capa gruesa de nubes que lo escondían y brillaba entonces clara e intensamente. De repente escuché el clamor de miles de voces, y vi a la multitud desparramarse en aquel vasto espacio a mis pies ... darle la espalda a aquel lugar, que hasta ese momento había sido el foco de sus expectativas, y mirar hacia el sol en la otra dirección. Yo también di la vuelta hacia el punto que atraía su atención y pude ver el sol, como un disco transparente, con su agudo margen, que brillaba sin lastimar la vista. No se podía confundir con el sol que se ve a través de una neblina (en ese momento no había neblina), pues no estaba velado ni opaco. En Fátima, el sol conservó su luz y calor, y se destacó claramente en el cielo, con un margen agudo, parecía una mesa de juego. Lo más sorprendente era que se podía mirar directamente al disco solar, sin que los ojos se lastimaran o se dañara la retina. Durante ese tiempo, el disco del sol no permaneció inmóvil, se mantuvo en un movimiento vertiginoso, pero no como el titilar de una estrella con todo su brillo, pues el disco giraba alrededor de sí mismo en un furioso remolino ...". 
 fuente EWTN

domingo, 12 de mayo de 2013

¿Coincidencias o Diosidencias?, El Papa Francisco elevará este domingo a los primeros santos de su pontificado.


Ciudad del Vaticano, Italia.- El Papa Francisco elevará este día a los altares a los primeros santos de su pontificado. A las 9.30 horas, en la Basílica de San Pedro, una misa celebrada por Francisco que canonizará a dos monjas –la mexicana Laura de Santa Caterina da Siena Montoya y Upegui y la colombiana María Guadalupe García Zavala- y, sobre todo, a los llamados 800 mártires de Otranto, con Antonio Primaldo a la cabeza. Unos nuevos santos estos últimos cargados de un especial significado por motivos varios.
Para empezar, porque su historia se encuadra en el contexto bélico entre cristianos y musulmanes que en el siglo XV marcó las relaciones entre Europa y el Imperio Otomano. Corría el año de 1479 cuando con un ejército de unas 150 naves y 15.000 soldados los turcos atacaron la ciudad de Otranto, situada justo en el tacón de la ‘bota’ italiana. Los 6.000 habitantes que entonces tenía esa localidad fueron invitados por los turcos a rendirse y a convertirse a la fe musulmana. Pero según cuentan las crónicas se negaron, por lo que Otranto fue atacada, saqueada y su arzobispo asesinado.
El comandante turco ordenó al día siguiente que todos los hombres de más de 15 años que hubieran sobrevivido al asedio, unos 800 en total, fueran conducidos al campamento otomano. Allí se les invitó de nuevo a apostatar. La respuesta, ofrecida en nombre de todos por un humilde artesano textil llamado Antonio Pezzuella, fue de rechazo absoluto. Dijo que preferían mil veces morir antes que regenar de Cristo y hacerse musulmanes. El comandante turco ordenó entonces que fueran ejecutados todos ellos.
Pero, además, esos 800 martires de Otranto que hoy Francisco hará santos tienen un significado especial para este Papa. Entre otras cosas porque fueron beatificados en 1771 por el Clemente XIV, un pontífice que era franciscano (el Papa actual es el primero en la historia de la Iglesia que ha elegido el nombre de Francisco, en honor a san Francisco de Asís) y que ha pasado a la historia por haber suprimido la compañía de Jesús (la orden a la que pertenece precisamente Jorge Bergoglio).
Pero, sobre todo, fue durante el pontificado del predecesor de Francisco, Benedicto XVI, cuando se decididó que los 800 mártires de Otranto debían de ser canonizados. Y en una fecha que pasará a la historia de manera perenne e imborrable: fue justo el 11 de febrero pasado, en un consistorio que reunió a Benedicto XVI con los miembros del colegio cardenalicio, cuando se dio la bendición final a que esos 800 martires fueran elevados a la categoría de santos.
Con la precisisón de en ese mismo consistorio, nada más llevarse a cabo la votación que dio la definitiva luz verde a su canonización, fue cuando Benedicto XVi anunció por sorpresa, en latín, su decisión histórica de dimitir como Papa.
A raíz de su renuncia se convocó un cónclave, que elegió como nuevo Pontífice al argentino Jorge Bergoglio. Y hoy el círculo se cierra: Francisco canonizará a esos 800 mártires de Otranto, los últimos santos de Benedicto XVI y los primeros de su pontificado.

miércoles, 1 de mayo de 2013

La libertad de los hijos de Dios

Que es vivir la libertad de los hijos de Dios
Quizas podamos escribir algunas frases de lo que es la libertad y como al ser esta la capacidad de la inteligencia y la voluntad de optar por el mejor bien, nos lleva a ala conclusion de que el mejor  bien, siempre es lo que la voluntad de Dios quiere, y que por lo tanto una desicion inteligente es plegar nuestra voluntad a la voluntad del Padre.
La otra parte seria el sabernos hijos de Dios mediante el bautizo, y vivir esa realeza manteniendonos en la gracia de Dios, con el sacramento de la santa Comunion,.

Pero los frutos de este estilo de vida, nos llevan a la real y agidulce vivencia de los hijos de Dios.

El termino agridulce es realmente solo para ponerlo en terminos comparativos humanos, nuestro señor lo expresa en terminos de mi carga es ligera y mi yugo es suave.

Un hijo de Dios que vive su libertad, despojado de:
Resentimientos por que todo lo perdona,
Prejuicios por que no juzga,
Rencores, por que no se guarda nada y todo lo ve con ojos de providencia,
Miedo por que sabe que el Señor es su luz y su salvacion.
De incertdumbre por que sabe que todo lo que Dios le da o permite que le pase es para su santificacion

y vive lleno de:
Gracia por que entiende que la fuerza se la da Cristo en el pan de vida
Amor y deseo de servir a los demas
Misericordia para comprender a los demas
Un gran deseo de tener la sabiduria de Dios y prepararse mas
Un fuego para ayudar a extender su reino
Un amor por la eucaristia y por su santa madre la virgen Maria.

Entiende su mision, y no solo valora si no desea la cruz, unico camino al cielo
por que para seguir a Cristo hay que seguirlo con su cruz, medio de santificacion y felicidad

vivir en ese estilo es vivir la libertad de los hijos de Dios



sábado, 16 de marzo de 2013

‘HABEMUS PAPAM’: FRANCISCO, JESUITA, ARGENTINO




 
 


Federico Müggenburg

Tan impactante y sorpresivo como la renuncia de Benedicto XVI, ha resultado la elección del Cardenal Jorge Mario Bergoglio S. J., quien asumió el nombre de Francisco en honor del pobrecillo San Francisco de Asís. El nuevo Papa es jesuita, argentino, es decir latinoamericano. Apenas repuestos de la gratísima sorpresa se empieza a reflexionar este Don del Espíritu Santo. Quien no vea este acontecimiento a la luz de la Fe, seguramente caerá en tópicos convencionales de naturaleza sociológica y hasta aspectos ridículos como lo que dijo Nicolás Maduro, de la secta indú Sai Baba: “Chávez movió la mano para que fuera un Papa de latinoamérica”.

Que sea de Latinoamérica, está vinculado con la profecía del Venerable Paulo VI, quien oportunamente lo llamó el Continente de la Esperanza, en dónde hoy reside más de la mitad de los bautizados católicos. Además Paulo VI, propuso construir la Civilización del Amor, y la asunción al Papado ocurre en el año de la Fe. Con ello queda totalmente armonizada la enseñanza de Benedicto XVI sobre las tres virtudes teologales: Fe, Esperanza y Amor.

Para los “jesuitas disidentes” y los “franciscanos disidentes” esta es una lección y una oportunidad de conversión. Señalados como símbolo de esas posturas están el ex jesuita, muerto hace poco Joseph Comblin, y los jesuitas marxistas Ignacio Ellacuría (+) y Jon Sobrino y el ex franciscano Leonardo Boff, que predica y publica locuras. El nuevo Papa es un vigoroso defensor del celibato sacerdotal. Como en su tiempo Karol Wojtyla, confrontó al régimen comunista ateo en Polonia, Jorge Mario Bergoglio ha confrontado en su ambigüedad a los señores Kirchner por su imitación del modelo del llamado “socialismo del siglo XXI” y la implantación de la “cultura de la muerte”, que sumadas expresan la “dictadura del relativismo”. Establece como obispo católico un gran contraste con Jerónimo Podestá, obispo renegado que se casó con su secretaria y fundo una “asociación de sacerdotes casados”, así como los escándalos de los obispos Juan Carlos Maccarone y Fernando María Bargalló recientemente, así como el caso de Fernando Lugo de Paraguay, ahora ya defenestrado como presidente. La lista podría ser más larga.

Está llamado a realizar una purificación en la Iglesia y a procurar que entre los jesuitas se restauren las Congregaciones Marianas y las Cofradías del Sagrado Corazón de Jesús, que fueros demolidas y sustituidas por las llamadas “comunidades eclesiales de base” que son el origen de la llamada “iglesia popular” inventada por los progresistas y fuera totalmente desautorizada por Juan Pablo II en el discurso inaugural de la III Celam de Puebla de los Angeles.
Esta “iglesia popular” se metamorfoseó en “iglesia autóctona” en San Cristóbal de las Casas y ahora va galopante hacia una conjetura llamada “espiritualidad post religional”, con aquellos que habiendo lanzado la “teología de la liberación” hace 40 años han llegado ahora a la “liberación de la teología”.

La tarea para el nuevo Papa es muy ardua, pero cuenta con la promesa hecha por Jesús a Pedro en la garantía de que las fuerzas del infierno no podrán  contra ella. Ha dedicado su pontificado a la Virgen María, Madre de Dios y de la Iglesia. Sus primeras palabras al salir al balcón de la Basílica de San Pedro son toda una señal de lo que será su Pontificado:

 “¡Hermanos y hermanas, Buenas noches! Ustedes saben que el deber del Cónclave es dar un Obispo a Roma. Parece que mis hermanos cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo… pero estamos aquí… les agradezco la acogida. La comunidad diocesana de Roma tiene a su Obispo. ¡Gracias! Y primero que nada, quisiera hacer una oración por nuestro Obispo Emérito, Benedicto XVI. Recemos todos juntos por él, para que el Señor lo bendiga y la Virgen lo custodie. (Rezó un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria). Y ahora, comenzamos nuestro camino: Obispo y pueblo. Este camino de la Iglesia de Roma que es la que preside en la caridad a todas las Iglesias (Enseñado así por el Obispo mártir San Ignacio de Antioquía) Un camino de hermandad, de amor, de confianza entre nosotros. Recemos por todo el mundo, para que haya una gran hermandad. Auguro que este camino de Iglesia, que hoy comenzaremos y en el que me ayudará mi Cardenal Vicario, aquí presente, sea fructífero para la evangelización de esta ciudad tan bella. Y ahora quisiera darles la bendición, pero primero, os pido un favor: antes de que el Obispo bendiga al pueblo, les pido que recen al Señor para que me bendiga. La Oración del pueblo que pide la bendición para su Obispos. Hagamos en silencio esta oración de ustedes por mí. (Después de un momento de silencio, impartió la Bendición Urbi et Orbi) Hermanos y hermanas, os dejo. Muchas gracias por la acogida. ¡Recen por  mí! Nos vemos pronto: mañana quiero ir a rezar a la Virgen para que custodie a toda Roma. ¡Buenas noches y buen descanso!”

Como se puede apreciar, es todo un programa de vida. Demos gracias a Dios por este gran beneficio para toda la Iglesia y para los hombres de buena voluntad.

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domingo, 10 de marzo de 2013

La Divina Voluntad, Luisa Picarreta




INTRODUCCION
Dios quiere que todos los hombres se salven, para eso nos ha dado a su Hijo, y en El y por El todos los medios para nuestra salvación, por lo tanto, si un alma no se salva, será únicamente por su obstinada voluntad.
Jesús nos quiere santos..., no mediocres.  “Yo he venido para que tengan vida, y vida sobreabundante” (Jn 1010)  Esta plenitud de vida es la plenitud de la Gracia y de la vida sobrenatural, de la cual brota la santidad.
La santidad no es cosa reservada a unos pocos.  Jesús con su encarnación, vida, pasión, muerte y resurrección, mereció para todos..., no sólo los medios de salvación, sino también los de santificación.  Tan es así que nos dejó una invitación:  “Sed, pues, vosotros, perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto.” (Mt 548)
San Pablo lo dice a los gentiles:  “Porque esta es la Voluntad de Dios:  Vuestra santificación.” (I Tes. 43)
Ahora, si Jesús ha venido para santificarnos a todos, y es Voluntad de Dios que todos seamos santos, la santidad no podrá consistir en dones extraordinarios de naturaleza o de gracia, los cuales dependen únicamente de la generosidad divina, sino más bien, en algo que se encuentre al alcance de todas las almas de buena voluntad, aun de las más humildes y sencillas.  La santidad es la perfección de la vida cristiana, y consiste en el pleno desarrollo en nosotros de la vida sobrenatural, cuyos principios son:  La gracia santificante, las virtudes y los dones del Espíritu Santo, pero el verdadero camino que conduce a la santidad y por consiguiente a Dios, no puede ser trazado sino por el mismo Dios, por su Divina Voluntad.


El Padre ha presentado a Jesús como su Hijo muy amado en quien se complace. (Lc 322)  ¿Por qué?  Porque ve en El la imagen perfecta de Sí mismo, de todas sus infinitas perfecciones, y por eso nos lo da no sólo como Maestro, sino también como modelo.  Conforme a la Voluntad del Padre, Jesús mismo se ha proclamado como nuestro modelo:
- “Yo soy el Camino, y la Verdad y la Vida, nadie va al Padre, sino por Mí.”  (Jn 146).
- San Pablo nos dice en Rom. 829:  “Porque El, a los que preconoció, los predestinó a reproducir la imagen de su hijo, para que éste sea primogénito entre muchos hermanos.”
Por lo tanto..., ¡Seremos santos según la medida de nuestra semejanza con Cristo!  Teniendo en cuenta esto, veamos ahora algunas de las cualidades de Aquél a quien tenemos que imitar:
- El alma de Jesús está totalmente sumergida en la Santísima Trinidad; su entendimiento humano goza de la Visión Beatífica, conoce la persona del Verbo como sujeto de toda su actividad humana.  Ve al Padre de quien se siente Hijo, ve al Espíritu Santo que mora en El.
- En su corazón existe una Caridad inconmensurable, y este amor sube incesantemente hacia el Padre Celestial para desbordarse luego sobre nuestras almas.
- Jesús trabaja, predica, sana, etc., y al mismo tiempo continúa con esta vida maravillosa de unión con las Divinas Personas.
- Jesús ora, y solamente la oración de El constituye una perfecta alabanza, una perfecta acción de gracias, una perfecta reparación, un perfecto acto de amor hacia el Padre a nombre de toda la humanidad, una perfecta correspondencia de gloria y una impetración siempre eficaz, porque sólo El puede ofrecer actos de valor infinito a la Trinidad.  Pero toda la acción de Jesús se completa y llega a la perfección en el sacrificio:  El sacrificio conocido en su Pasión, sacrificio en todas sus penas internas, desconocidas en su mayor  parte y mucho más cruentas y extensas que las conocidas en su Pasión externa, inflingidas por su misma Divinidad para satisfacer completamente al AMOR, para que así, éste accediera a restablecer al hombre a su punto de origen, a su verdadera realeza, para que así, Cristo pueda ser verdaderamente REY de reyes.
La actitud constante de Jesús fue el tener en cuenta siempre y sobre todo la Voluntad de su Padre, al mismo tiempo de hacerla, pero no al modo de siervo, de esclavo, no, no, sino como en el “Padre nuestro”, donde se pide que se haga su Voluntad como en el Cielo así en la tierra.
- “He aquí que vengo -así está escrito de Mí en el rollo del libro- para hacer, ¡oh Dios! tu Voluntad.” (Hb 107).
- “Yo he bajado del Cielo no para hacer mi voluntad, sino la Voluntad del que me envió.” (Jn 638).
- “Por Mí mismo Yo no puedo hacer nada.  Juzgo según lo que oigo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la Voluntad del que me envió.” (Jn 530).
La voluntad humana de Jesús está fundida y transformada en la de Dios, no anulada sino cooperante <> (Catecismo N°  475), por eso puede decir: 
- “El que me envió está conmigo.  El no me ha dejado solo, porque Yo hago siempre lo que le agrada.” (Jn 829).
- “Mi Padre continúa obrando todavía, y por eso Yo obro también.” (Jn 517)
“El Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre; pero lo que hace El, eso también lo hace igualmente el Hijo.” (Jn 519).
- “Entonces conoceréis quién soy Yo, y que nada hago por Mí mismo, sino que hablo lo que mi Padre me ha enseñado.  El que me envió está conmigo, El no me ha dejado  solo,  porque  Yo  hago  siempre  lo que le agrada a El.” (Jn 828).
- “Yo tengo un manjar para comer que vosotros no conocéis..., mi alimento es hacer la Voluntad de Aquél que me envió y dar cumplimiento a su obra.” (Jn 432).
Jesús no solamente se entrega del todo a la misión que el Padre le ha confiado, sino que al realizarla, obra siempre en unión con el Padre, en perfecta armonía con El, y en absoluta dependencia de cuanto escucha o ve en El.  Las obras de Jesús no hacen más que traducir en manera tangible la obra incesante del Padre.  “En verdad, en verdad os digo, el Hijo no puede por Sí mismo hacer nada, sino lo que ve hacer al Padre; pero lo que Este hace, el Hijo lo hace igualmente.”  Porque Yo no he hablado por Mí mismo, sino que el Padre, que me envió, me prescribió lo que debo decir y enseñar.” (Jn 519 y 1249).
Ahora, Jesús tiene en Sí mismo las dos naturalezas:  La humana, la cual ya hemos visto cómo se comporta, y la Divina, “Hombre y Dios verdadero.”  Por eso puede decir a Felipe cuando éste le pide que le muestre al Padre:  “Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, ¿y tú no me has conocido, Felipe?  El que me ha visto, ha visto a mi Padre.” (Jn 148-ss).
Ahora sí, ya tenemos una ligera semblanza de Aquél a quien el Padre nos ha puesto como modelo, y nos ha predestinado a ser conformes a su imagen.
¡¡¡Enorme labor..., imitar a Jesús!!!   Pero la imitación de Jesús no puede limitarse a un determinado aspecto de su Vida, de su actividad externa, de sus virtudes, que es lo que hasta ahora se ha hecho, en esto ha descansado el edificio de la santidad y solamente hemos conseguido ser imitadores de El, pero no sus imágenes, no su semejanza como está dicho en el Génesis:  “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza.”  Este, que era el verdadero trabajo del hombre, crecer en esta imagen y en esta semejanza, quedó, debido al pecado original fuera del alcance, pues para poder lograrlo Dios había plantado en el centro del Edén el árbol de la Vida, del cual el hombre debía alimentarse continuamente, pero que Dios resguardó poniendo guardia de Querubines con espada de fuego para evitar que el hombre pudiera llegar a él.



¿Será posible que Dios quiera todo esto?  ¿No será tal vez una mala interpretación, una exageración, un juego de la fantasía o del enemigo infernal para desviar nuestro camino y excitar nuestra soberbia de querer ser semejantes a Dios y así poder perdernos con más facilidad?
Recurramos en primer lugar a la Sagrada Escritura para escudriñar y ver si es que existe alguna referencia:
- “Mas no ruego sólo por estos, sino también por aquellos que, mediante la palabra de ellos crean en Mí, a fin de que todos sean uno, como Tú, Padre, en Mí y Yo en Ti, que ellos también sean uno en Nosotros, para que el mundo crea que Tú me has enviado.  Y la gloria que Tú me diste, Yo se la he dado a ellos, para que sean uno como Nosotros somos uno:  Yo en ellos y Tú en Mí, a fin de que sean perfectamente uno, y que el mundo sepa que Tú me has enviado.”  (Jn 1720-ss).
- “Llevando siempre en nuestro cuerpo la mortificación de Jesús, para que su Vida se manifieste en nuestra carne mortal.”  (II Cor  410).
- “Ya no vivo yo, es Cristo que vive en mí.”  (Gal 220).
- “En verdad os digo, quien cree en Mí, hará él también las obras que Yo hago, y aún mayores.”  (Jn 1412).
- “También por El mismo nos ha dado Dios las grandes y preciosas gracias que había prometido, para haceros partícipes, por medio de estas mismas gracias, de la Naturaleza Divina. (2 Pe, 14)
El No. 460 del Catecismo de la Iglesia Católica dice:
El Verbo se encarnó para hacernos partícipes de la “Naturaleza Divina”  Porque tal es la razón por la que el Verbo se hizo hombre, y el Hijo de Dios, Hijo del hombre, para que el hombre al entrar en comunión con el Verbo y al recibir así la filiación divina, se convirtiera en hijo de Dios. (S. Irineo)  Porque el Hijo de Dios se hizo hombre para hacernos dios. (S. Atanasio)  El Hijo unigénito de Dios, queriendo hacernos partícipes de su Divinidad, asumió nuestra naturaleza, para que, habiéndose hecho hombre, hiciera dioses a los hombres.” (Sto. Tomás)
Y así podríamos continuar, pero esto es una pequeña comprobación de que esta es la Voluntad de Dios:  “Que seamos iguales a su Hijo.”
¿Qué nos dejó todo lo anterior?  Una sola conclusión...:  No lo podemos hacer nosotros solos.  El hombre es incapaz de tanto, por eso éste es un trabajo de Dios, El lo quiere llevar a cabo en el interior de la criatura, quiere llevar a cabo una total transformación del hombre, para que haya tierras nuevas y cielos nuevos, y para ello sólo quiere encontrarnos con la completa disposición de renuncia, para así poder poner en ese vacío que quede después de esa renuncia, su Vida como vida de nosotros, para que así, al igual que Jesús y cumpliendo la petición del “Padre nuestro”, se haga en nosotros la Voluntad de Dios como en el Cielo así en la tierra.  ¡Renunciar a todo para poder conformarnos en todo a la Divina Voluntad, y dejar que sea Ella la que nos transforme en Jesús...!
Es tanta la complacencia de Jesús por el conformarse a su Voluntad, que da a entender que las almas más unidas a El y más amadas de su Corazón, son precisamente aquellas que cumplen la Voluntad de Dios, y no tuvo inconveniente en decir:  “Quienquiera que haga la Voluntad de mi Padre que está en los Cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi Madre.”  (Mt 1250).

Escuchemos estas palabras de Jesús, las cuales nos revelan lo mucho que Dios tiene  aún por enseñarnos:
“Todavía tengo muchas cosas que deciros, más por ahora no podéis comprenderlas; cuando venga el Espíritu de Verdad, El os conducirá a toda la Verdad.”  (Jn 1612).



Bien, ¿qué debemos hacer?  ¿Cómo lograr que Dios haga este trabajo, que es un trabajo en el alma, que actúe en nuestras potencias: “Voluntad, Inteligencia y Memoria, o sea en nuestro interior, no sólo en el exterior, no en la sensibilidad sino en nuestra voluntad?  Oigamos unas palabras de Jesús dichas a un alma, Luisa Piccarreta, llamada por El mismo ‘la pequeña hija de la Divina Voluntad, en sus sublimes lecciones acerca de la Divina Voluntad obrante en la criatura:

“Hija mía, ¿quieres saber qué cosa recibe el alma cuando vive en mi Voluntad?  Recibe la unión de la Voluntad Suprema con la suya, y en esta unión mi Voluntad asume el trabajo de dar la paridad a la voluntad del alma con Ella; así que mi Voluntad es santa, es pura, es luz, y quiere volver semejante al alma en la santidad, pureza y luz; y si el trabajo del alma es el de vivir en mi Voluntad, el trabajo de mi Voluntad es dar en modo perfecto mi semejanza a la voluntad del alma.  Por eso te quiero siempre en Ella, para hacer que no sólo te tenga en su compañía, sino que te haga crecer a su semejanza, por eso te doy el alimento de sus conocimientos para hacerte crecer a modo divino con su perfecta semejanza, y es por esto que te quiero junto con Ella, dondequiera que Ella obra, a fin de que te pueda dar el acto de su obrar, el valor que contiene el obrar de una Voluntad Divina, y tú puedas recibirlo.”


www.divinavoluntad.info

sábado, 2 de febrero de 2013

OCCIDENTE HA ABANDONADO A JESUCRISTO. SE ACERCA UNA GRAN CUARESMA

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1973, ése fue el año en que fueron construidas las Torres Gemelas. No es una década cualquiera. En esos años, el Imperio Americano alcanzó la cima de su poder. Esta afirmación requeriría de muchos matices, pero esencialmente fue así. Las Torres Gemelas señalan el cénit de esa Nueva Roma y su derrumbamiento marca su ocaso. Ellas indican el umbral del cénit y el umbral del ocaso. En ese sentido, esos dos edificios constituyen como un gran arco: un arco de la victoria primero. Y el hundimiento de ese arco después, constituye un símbolo obvio. Arco, columnas, torres, se vea como se vea, es difícil no entender el hecho como evento simbólico parte de una gran alegoría.
 
La caída de las torres de las águilas fue el pórtico de entrada a una nueva era: el hundimiento de Occidente. El prólogo de ese hundimiento se evidenció en la quiebra de varios estados europeos: Islandia, Irlanda, Grecia, España. Sí, no es una cuestión retórica, han quebrado verdaderamente. Si bien, por razones continentales, otros han sostenido al que ya no podía ni con todas sus fuerzas. Una y otra vez me viene la imagen de un hombre antes fuerte, caído sobre sus rodillas y cuyos brazos son sostenidos por otros.
 
La quiebra de los estados, tremendo prólogo de un círculo vicioso que no ha hecho más que empezar. Las fichas de dominó, colocadas en posición vertical, han temblado. Nadie cree que la calma de este agosto sea el anuncio de que el peligro ha pasado. Nadie. Es sólo una tregua, la calma antes de la tempestad. El sistema bancario se comportará como un gran dominó, con un movimiento serpentino, casi mecánico, predecible e imparable. Nos hallamos en la calma antes de la tempestad perfecta.
 
Después vendrán los desórdenes sociales. Los disturbios nocturnos de Londres en el 2011 de Londres fueron un presagio. Madrid y sus indignados, también. Presagio de lo que será noticia diaria en Europa dentro de unos años. Ahora se habla de crisis todos los días. Dentro de unos años lo que veremos en nuestras pantallas de televisión serán los desórdenes. Para eso faltan todavía, años. Pero el círculo vicioso financiero ya ha comenzado su danza macabra. El agua entra en las bodegas. Falta para que se escore el barco de un continente, pero se escorará. Qué vaya a ocurrir en medio de ese caos, no lo veo claro.
 
Pero si tengo una visión tan poco optimista del asunto, es por lo que repetía Amparo Cuevas (la vidente de El Escorial) en su agonía: la Humanidad no puede seguir así, la Humanidad no puede seguir así.
 
No es que lo diga esa vidente, no es que lo diga la Virgen María en Fátima (la cual advirtió que la Segunda Guerra Mundial era un castigo por los pecados), es que lo dice la Palabra de Dios.
 
Se ha acumulado demasiado pecado. El cristianismo se hunde en Occidente, en todo Occidente. Lo que antes fue la Cristiandad, ahora abandona el Evangelio: no necesitan a Dios.
 
Muy bien, pues disfrutad de vuestra civilización que no necesita a al Creador. Disfrutad antes de que descienda la ira divina. La Virgen habló muy claro en Fátima, en Ezquioga (antes de la guerra civil), en El Escorial, en Akita (Japón) y en más lugares. Dios ha hablado, pero no se le ha escuchado. El Altísimo ahora también tiene sus profetas. Y todos los místicos del mundo, desde hace una generación, nos avisan a coro: se acerca un tiempo de purificación, una gran purificación
 
Los hombres pudieron haber cambiado de camino. Por el contrario, han duplicado y triplicado la medida de su iniquidad. Rezad el rosario cada día. Convertíos y creed en el Evangelio. Confesaos. Cambiad. El castigo no viene ya, quedan años, porque Nuestro Padre nos da tiempo. Pero Jesús, Nuestro Maestro, nos enseñó a mirar los signos de los tiempos. Y las nubes del horizonte son cada vez más oscuras, más densas, más amenazantes. Todo esto no es para mañana, pero sí para pasado mañana. Dicho de otro modo, aunque nadie (y menos que nadie yo) sabe ninguna fecha, es mi opinión que en los próximos cinco o siete años esas nubes ominosas se van a ir acercando. El proceso habrá sido tan lento, tan progresivo, que la tormenta, cuando llegue, no sorprenderá a nadie.
 
No estoy volcando aquí las revelaciones que alguien me haya comunicado, no. Estoy hablando de los signos de los tiempos. Por supuesto que os descubro mis pensamientos, presentándolos como una opinión personal. Insisto en que no recibo ni visiones, ni locuciones. Pero se ha acumulado ya demasiado pecado. Pronto dirá Dios: basta.
 
Nos hemos acostumbrado a nuestra propia iniquidad. Esta generación descubrirá la objetividad de las leyes del Altísimo.
 
PUBLICADO POR PADRE FORTEA

lunes, 21 de enero de 2013

La Santa Misa


A la hora de tu muerte, tu mayor consolación serán las Misas que durante tu vida oíste.
Cada Misa que oíste te acompañará al Tribunal Divino y abogará para que alcances perdón.
Con cada misa puedes disminuir el castigo temporal que debes por tus pecados, en proporción con el fervor que la oigas.
Con la asistencia devota a la Santa Misa, rindes el mayor homenaje a la Humanidad Santísima de Nuestro Señor.
La Santa Misa bien oída suple tus mayores negligencias y omisiones.
Por la Santa Misa bien oída se te perdonan todos los pecados veniales que estás resuelto a evitar, y muchos otros de que ni siquiera te acuerdas, Por ella pierde también el demonio sobre ti.
Ofreces el mayor consuelo a las ánimas benditas del Purgatorio.
Una Misa oída mientras vives, te aprovechará mucho más que muchas que ofrezcan por ti después de tu muerte.
Te libras de muchos peligros y desgracias, en los cuales quizá caerías si no fuera por la Santa Misa. Acuérdate también de que con ella acortarás tu purgatorio.
Con cada Misa aumentas tus grados de gloria en el cielo. En ella recibes la bendición del sacerdote, porque Dios ratifica en el Cielo.
Durante la Misa te arrodillas en medio de una multitud de ángeles que asisten invisiblemente al Santo Sacrificio con suma reverencia.
Consigues bendiciones en tus negocios y asuntos temporales.
Cuando oímos Misa en honor e algún Santo en Particular, dando a Dios gracias por los favores pedidos a ese Santo, no podemos menos que ganarnos su protección y especial amor, por el primer gozo y felicidad que de nuestra buena obra se le sigue.
Todos los días que oímos Misa estaría bien que además de las otras intenciones, tuviéramos la de honrar el Santo del día.

IMPRIMATUR: 
JUAN J. CLENNON
Arzobispo de St. Louis.

domingo, 16 de diciembre de 2012

El valor de la cruz


El valor de la cruz

Desafortunadamente, el hombre de hoy tiene un concepto equivocado de lo que es la ascesis o penitencia y en muy baja estima el valor de la cruz. La vida cómoda y materialista que vivimos nos hace despreciar con facilidad estos dos valores que son fundamentales en la vida (cf. Mt 10, 38), no sólo para alcanzar la santidad y con ello la plenitud, sino incluso para poder vivir una vida razonablemente alegre y estable. Y es que la penitencia actúa como una fuerza reguladora sobre nuestras pasiones y deseos, los cuales dejados en libertad pueden llegar a destruir nuestra vida. Para contenerlos, en algunos casos debemos agregar a nuestra vida algo, “ ascesis positiva”, y en otros eliminar o matizar, “ ascesis negativa”. En ambas direcciones la penitencia supone una renuncia, por lo que esto no se podrá hacer sin la ayuda de la cruz y del Espíritu Santo. La penitencia cristiana, correctamente entendida, no es estoicismo, ni platonismo, por lo que no se trata de destruir nuestro cuerpo, sino que es una “herramienta espiritual que ayuda a que los criterios y la vida evangélica, pasen de la mente al corazón y del corazón a la vida diaria”. 

Por: Pbro. Ernesto María Caro
 http://www.evangelizacion.org.mx/biblioteca/#

sábado, 15 de diciembre de 2012

La palabra de Dios por Marino Restrepo

Explicacion de la palabra de Dios por Marino Restrepo



La Gran riqueza de la lectura de las sagradas escrituras, la palabra de Dios es vida y un gran tesoro para los catolicos.

sábado, 8 de diciembre de 2012

La voluntad de Dios


LA CONFORMIDAD CON LA VOLUNTAD DE DIOS 
La perfecta conformidad con la voluntad divina es uno de los principales medios de santificación. Escribe Santa Teresa: “Toda la pretensión de quien comienza oración (y no se olvide esto, que importa mucho) ha de ser trabajar y determinarse y disponerse, con cuantas diligencias pueda, a hacer su voluntad conforme con la de Dios..., y en esto consiste toda la mayor perfección que se puede alcanzar en el camino espiritual. Quien más perfectamente tuviera esto, más recibirá del Señor y más adelante está en este camino. No penséis que hay aquí más algarabías ni cosas no sabidas y entendidas; que en esto consiste todo nuestro bien”.
Dada la singular importancia de este medio, vamos a estudiar cuidadosamente su naturaleza, su fundamento, su excelencia ynecesidad, el modo de practicarla y, finalmente, sus grandes frutos y ventajas.
1. Naturaleza. – Consiste la conformidad con la voluntad de Dios en una amorosa, entera y entrañable sumisión y concordia de nuestra voluntad con la de Dios en todo cuanto disponga o permita de nosotros. Cuando es perfecta, se la conoce más bien con el nombre de santo abandono en la voluntad de Dios. En sus manifestaciones imperfectas se la suele aplicar el nombre de simpleresignación cristiana.
Para entender rectamente esta doctrina hay que tener en cuenta algunos prenotandos. Helos aquí:
PRENOTANDOS. – 1.º  La santidad es el resultado conjunto de la acción de Dios y de la libre cooperación del hombre. “Ahora bien: si Dios trabaja con nosotros en nuestra santificación, justo es que Él lleve la dirección de la obra; nada se deberá hacer que no sea conforme a sus planes, bajo sus órdenes y a impulsos de su gracia. Es el primer principio y último fin; nosotros hemos nacido para obedecer a sus determinaciones” (Lehodey, El santo abandono, p. 1, c. 1).
2.º  La voluntad de Dios, simplísima en sí misma, tiene diversos actos con relación a las criaturas. Los teólogos suelen establecer la siguiente división:
a) Voluntad absoluta, cuando Dios quiere alguna cosa sin ninguna condición, como la creación del mundo; y condicionada, cuando lo quiere con alguna condición, como la salvación de un pecador si hace penitencia o se arrepiente.
b) Voluntad antecedente es la que Dios tiene en torno a una cosa en sí misma o absolutamente considerada (v. gr., la salvación de todos los hombres en general), y voluntad consiguiente es la que tiene en torno a una cosa revestida ya de todas sus circunstancias particulares y concretas (v. gr., la condenación de un pecador que muere impenitente).
c) Voluntad de signo y voluntad de beneplácito. Ésta es la que más nos interesa aquí. He aquí cómo las expone el P. Garrigou-Lagrange:
“Se entiende por voluntad divina significada (o voluntad de signo) ciertos signos de la voluntad de Dios, como los preceptos, las prohibiciones, el espíritu de los consejos evangélicos, los sucesos queridos o permitidos por Dios. La voluntad divina significada de ese modo, mayormente la que se manifiesta en los preceptos, pertenece al dominio de la obediencia. A ella nos referimos, según Santo Tomás (1, 19, 11), al decir en el Padrenuestro: Fiat voluntas tua.
La voluntad divina de beneplácito es el acto interno de la voluntad de Dios aún no manifestado ni dado a conocer. De ella depende el porvenir todavía incierto para nosotros: sucesos futuros, alegrías y pruebas de breve o larga duración, hora y circunstancias de nuestra muerte, etc. Como observa San Francisco de Sales (Amor de Dios l.8 c.3; l.9 c.6), y con él Bossuet (États d’oraison 1, 8, 9), si la voluntad significada constituye el dominio de la obediencia, la voluntad de beneplácito pertenece al delabandono en las manos de Dios. Como largamente diremos más tarde, ajustando cada día más nuestra voluntad a la de Dios significada, debemos en lo restante abandonarnos confiadamente en el divino beneplácito, ciertos de que nada quiere ni permite que no sea para el bien espiritual y eterno de los que aman al Señor y perseveran en su amor”.
Estas últimas palabras del P. Garrigou expresan la naturaleza íntima de la perfecta conformidad con la voluntad de Dios. Se trata efectivamente del cumplimiento íntegro, amoroso y entrañable de la voluntad significada de Dios a través de sus operaciones, permisiones, preceptos, prohibiciones consejos –que son, según Santo Tomás, los cinco signos de esa voluntad divina– y de la rendida aceptación y perfecta concordia con todo lo que se digne disponer por su voluntad de beneplácito.
2. Fundamento. – Como dice muy bien Lehodey, la conformidad perfecta, o santo abandono, tiene por fundamento la caridad. “No se trata aquí ya de la conformidad con la voluntad divina, como lo es la simple resignación, sino de la entrega amorosa, confiada yfilial, de la pérdida completa de nuestra voluntad en la de Dios, pues propio es del amor unir así estrechamente las voluntades. Este grado de conformidad es también un ejercicio muy elevado del puro amor, y no puede hallarse de ordinario sino en las almas avanzadas, que viven principalmente de ese puro amor”.
Ahora bien: ¿cuáles son los principios teológicos en que puede apoyarse esta omnímoda sumisión y conformidad con la voluntad de Dios?
El P. Garrigou-Lagrange señala los siguientes:
1.º  Nada sucede que desde toda la eternidad no lo haya Dios previsto y querido o por lo menos permitido.
2.º  Dios no puede querer ni permitir cosa alguna que no esté conforme con el fin que se propuso al crear, es decir, con la manifestación de su bondad y de sus infinitas perfecciones y con la gloria del Verbo encarnado, Jesucristo, su Hijo unigénito (1 Cor. 3, 23).
3.º  Sabemos que todas las cosas contribuyen al bien de los que aman a Dios, de aquellos que, según sus designios, han sido llamados” (Rom. 8, 28) y perseveran en su amor.
4.º  Sin embargo, el abandono en la voluntad de Dios a nadie exime de esforzarse en cumplir la voluntad de Dios significada en los mandamientos, consejos y sucesos, abandonándonos en todo lo demás a la voluntad divina de beneplácito por misteriosa que nos parezca, evitando toda inquietud y agitación.
3. Excelencia y necesidad. – Por lo que llevamos dicho, aparece clara la gran excelencia y necesidad de la práctica cada vez más perfecta del santo abandono en la voluntad de Dios.
“Lo que constituye la excelencia del santo abandono es la incomparable eficacia que posee para remover todos los obstáculos que impiden la acción de la gracia, para hacer practicar con perfección las más excelsas virtudes y para establecer el reinado absoluto de Dios sobre nuestra voluntad”.
El P. Piny escribió –como es sabido– una hermosa obrita para poner de manifiesto la excelencia de la vida de abandono en la voluntad de Dios. En ella prueba el insigne dominico que ésta es la vía que más glorifica a Dios, la que santifica más al alma, la menos sujeta a ilusiones, la que proporciona al alma mayor paz, la que mejor hace practicar las virtudes teologales y morales, la más a propósito para adquirir el espíritu de oración, la más parecida al martirio e inmolación de sí mismo y la que más asegura en la hora de la muerte.
La necesidad de entrar por esta vía puede demostrarse por un triple capítulo.
1.º  El derecho divino. – a) Somos siervos de Dios, en cuanto criaturas suyas. Dios nos creó, nos conserva continuamente en el ser, nos redimió, nos ha ordenado a Él como a nuestro último fin. No nos pertenecemos a nosotros mismos, sino a Dios (1 Cor. 6, 19).
b) Somos hijos y amigos de Dios: el hijo debe estar sometido a su padre por amor, y la amistad produce la concordia de voluntades: idem velle et rolle.
2.º  Nuestra utilidad, por la gran eficacia santificadora de esta vía. Ahora bien: la santidad es el mayor bien que podemos alcanzar en este mundo y el único que tendrá una inmensa repercusión eterna. Todos los demás bienes palidecen y se esfuman ante él.
3.º  El ejemplo de Cristo. – Toda la vida de Cristo sobre la tierra consistió en cumplir la voluntad de su Padre celestial. “Al entrar en el mundo dije: He aquí que vengo para hacer, Dios mío, tu voluntad” (cf. Hebr. 10, 5-7). Durante su vida manifiesta continuamente que está pendiente de la voluntad de su Padre celestial: “Me conviene estar en las cosas de mi Padre” (Lc. 2, 49); “Yo hago siempre lo que a Él le agrada” (Jn 8, 29); “Ésta es mi comida y mi bebida” (Jn. 4, 34); “Éste es el mandato que he recibido de mi Padre” (Jn. 10, 18); “No se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lc. 22, 42).
A imitación de Cristo, ésta fue toda la vida de María: “he aquí la sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra” (Lc. 1, 38), y la de todos los santos: “mira y obra conforme al ejemplar” (Ex. 25, 40).
4. Modo de practicarla. – En sus líneas fundamentales, ya lo hemos indicado más arriba. Hay que conformarse, ante todo,con la voluntad de Dios significada, aceptando con rendida sumisión y esforzándose en practicar con entrañas de amor todo lo que Dios ha manifestado que quiere de nosotros a través de los preceptos de Dios y de la Iglesia, de los consejos evangélicos, de los votos y de las reglas, si somos religiosos; de las inspiraciones de la gracia en cada momento. Y hemos de abandonarnos enteramente, con filial confianza, a los ocultos designios de su voluntad de beneplácito, que, de momento, nos son completamente desconocidos; nuestro porvenir, nuestra salud, nuestra paz o inquietudes, nuestros consuelos o arideces, nuestra vida corta o larga. Todo está en manos de la Providencia amorosa de nuestro buen Dios, que es, a la vez, nuestro Padre amantísimo: que haga lo que quiera de nosotros en el tiempo y en la eternidad.
Esto es lo fundamental en sus líneas generales. Pero para mayor abundamiento, vamos a concretar un poco más la manera de practicar esta santa conformidad y abandono en las principales circunstancias que se pueden presentar en nuestra vida.
A) Con relación a la voluntad significada. – De cinco maneras, dice Santo Tomás (1, 19, 12), se nos manifiesta o significa la voluntad de Dios:
1.ª  Haciendo algo directamente y por sí mismo: Operación.
2.ª  Indirectamente, o sea, no impidiendo que otros lo hagan: Permisión.
3.ª  Imponiendo su voluntad por un precepto propio o de otros: Precepto.
4.ª  Prohibiendo en igual forma lo contrario: Prohibición.
5.ª  Persuadiendo la realización u omisión de algo: Consejo.
El Doctor Angélico advierte (ibid.) que la operación y el permiso se refieren al presente; la operación al bien, y el permiso al mal. Los otros tres modos se refieren al futuro en la siguiente forma: el precepto, al bien futuro necesario; la prohibición, al mal futuro, que es obligatorio evitar, y el consejo, a la sobreabundancia del bien futuro. No cabe establecer una división más perfecta y acabada.
Examinemos ahora brevemente los principales modos de conformarnos con cada una de esas manifestaciones de la voluntad de Dios significada:
1.º  Operación”. – Dios siempre quiere positivamente lo que hace por sí mismo, porque siempre se refiere al bien y siempre está ordenado a su mayor gloria. A este capítulo pertenecen todos los acontecimientos individuales, familiares y sociales, que han sido dispuestos por Dios mismo y no dependen de la voluntad de los hombres. Unas veces esos acontecimientos son dulces, y nos llenan de alegría; otras son amargos, y pueden sumirnos en la mayor tristeza, si no vemos en ellos la mano amorosísima de Dios que ha dispuesto aquello para su gloria y nuestro mayor bien. Una enfermedad providencial puede arrojar en brazos de Dios a un alma extraviada. Todo lo que el Señor dispone es bueno y óptimo para nosotros, aunque de momento pueda causarnos gran tristeza o dolor. Ante estos acontecimientos prósperos o adversos, individuales o familiares, que nos vienen directamente de la mano de Dios, sin intervención alguna de los hombres (v. gr., accidentes imprevistos, enfermedades incurables, muerte de familiares o amigos, etc.), sólo cabe una actitud cristiana: fiat voluntas tua (hágase tu voluntad). Si el amor de Dios nos hace rebasar la simple resignación –que es virtud muy imperfecta– y lanzamos, aunque sea a través de nuestras lágrimas, una mirada al cielo llena de reconocimiento y gratitud (Te Deum... Magnificat...) por habernos visitado con el dolor, habremos llegado a la perfección en la vía del abandono y de perfecta conformidad con la voluntad de Dios.
2.º  Permisión. – Dios nunca quiere positivamente lo que permite, porque se refiere a un mal, y Dios no puede querer el mal. Pero su infinita bondad y sabiduría sabe convertir en mayor bien el mismo mal que permite, y por esto precisamente lo permite. El mayor mal y el más grave desorden que se ha cometido jamás fue la crucifixión de Jesucristo, y Dios supo ordenarla al mayor bien que ha recibido jamás la humanidad pecadora: su propia redención.
¡Qué mirada tan corta y qué funesta miopía la nuestra cuando en los males que Dios permite que vengan sobre nosotros nos detenemos en las causas segundas o inmediatas que los han producido y no levantamos los ojos al cielo para adorar los designios de Dios, que las permite para nuestro mayor bien! Burlas, persecuciones, calumnias, injusticias, atropellos, etc., etc., de que somos víctimas son, ciertamente, pecados ajenos, que Dios no puede querer en sí mismos, pero los permite para nuestro mayor bien. ¿Cuándo sabremos remontarnos por encima de las causas segundas para ver en todo ello la providencia amorosa de Dios, que nos pide no la venganza o el desquite, sino el amor y la gratitud por ese beneficio que nos hace? En la injusticia de los hombres hemos de ver la justicia de Dios, que castiga nuestros pecados, y hasta su misericordia, que nos los hace expiar.
3.º  Precepto”. – Ante todo y sobre todo es preciso conformarnos con la voluntad de Dios preceptuada: “porque antes pasarán el cielo y la tierra que falte una jota o una tilde de la Ley hasta que todo se cumpla” (Mt. 5, 18). Sería lamentable extravío y equivocación tratar de agradar a Dios con prácticas de supererogación inventadas y escogidas por nosotros, y descuidando los preceptos que Él mismo nos ha impuesto directamente o por medio de sus representantes. Mandamientos de Dios y de la Iglesia, preceptos de los superiores, deberes del propio estado: he ahí lo primero que tenemos que cumplir hasta el detalle si queremos conformarnos plenamente con la voluntad de Dios manifestada. Tres son nuestras obligaciones ante esos preceptos: a) conocerlos: “no seáis insensatos, sino entendidos de cuál es la voluntad del Señor” (Ef. 5, 17); b) amarlos: “por eso yo amo tus mandamientos más que el oro purísimo” (Sal. 118, 127), y c) cumplirlos: “porque no todo el que dice: ¡Señor, Señor!, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos” (Mt. 7, 21).
4.º  Prohibición”. – El primer paso y el más elemental e indispensable para conformar nuestra voluntad con la de Dios ha de ser evitar cuidadosamente el pecado que le ofende, por pequeño que sea o parezca ser. “Pecado muy de advertencia, por chico que sea, Dios nos libre de él. ¡Cuánto más que no hay poco, siendo contra una tan gran Majestad y viendo que nos está mirando! Que esto me parece a mí es pecado sobrepensado y como quien dice: Señor, aunque os pese, esto haré; ya veo que lo veis y sé que no lo queréis y lo entiendo; mas quiero más seguir mi antojo y apetito que no vuestra voluntad. Y que en cosa de esta suerte hay poco, a mí no me lo parece por leve que sea la culpa, sino mucho muy mucho”. Nada se puede añadir a estas juiciosas palabras de Santa Teresa.
Pero puede ocurrir que, a pesar de nuestros esfuerzos, incurramos en alguna falta y acaso en un pecado grave. ¿Qué debemos hacer en estos casos? Hay que distinguir en toda falta dos aspectos: la ofensa de Dios y la humillación nuestra. La primera hay que rechazarla con toda el alma; nunca la deploraremos bastante, por ser el único mal verdaderamente digno de lamentarse. La segunda, en cambio, hemos de aceptarla plenamente, gozándonos de recibir en el acto ese castigo que empieza a expiar nuestra falta: “bien me ha estado ser humillado, para aprender tus mandamientos” (Sal. 118, 71). Hay quien, al arrepentirse de sus pecados, lamenta más la humillación que le han acarreado (v. gr., ante el confesor) que la misma ofensa de Dios. ¿Cómo es posible que una contrición tan humana produzca verdaderos frutos sobrenaturales?
5.º  Consejo”. – El alma que quiera practicar en toda su perfección la tal conformidad con la voluntad de Dios ha de estar pronta a practicar los consejos evangélicos –al menos en cuanto a su espíritu, si no es persona consagrada a Dios por los votos religiosos– y a secundar los movimientos interiores de la gracia que le manifiesten lo que Dios quiere de ella en un momento determinado. (Para ver esto en detalle consulte: Fidelidad a la gracia).
B) Con relación a la voluntad de beneplácito. – Los designios de Dios en su voluntad de beneplácito nos son –decíamos– enteramente desconocidos. No sabemos lo que Dios tiene dispuesto sobre nuestro porvenir o el de los seres queridos. Pero sabemos ciertamente tres cosas: a) que la voluntad de Dios es la causa suprema de todas las cosas; b) que esa voluntad divina es esencialmente buena y benéfica, y c) que todas las cosas prósperas o adversas que puedan ocurrir contribuyen al bien de los que aman a Dios y quieren agradarle en todo. ¿Qué más podemos exigir para abandonarnos enteramente al beneplácito de nuestro buen Dios con la misma confianza filial que un niño pequeño en brazos de su madre?
Es la santa indiferencia, que recuerda San Ignacio en el “principio y fundamento” de sus Ejercicios como disposición básica y fundamental de toda la vida cristiana: “Por lo cual es menester hacernos indiferentes a todas las cosas criadas, en todo lo que es concedido a la libertad de nuestro libre albedrío y no le está prohibido; de tal manera que no queramos de nuestra parte más salud que enfermedad, riqueza que pobreza, honor que deshonor, vida larga que corta, y por consiguiente en todo lo demás; solamente deseando y eligiendo lo que más nos conduce para el fin que somos criados”.
Pero es preciso entender rectamente esta indiferencia para no dar en los lamentables extravíos del quietismo y sus derivados. Examinemos cuidadosamente su fundamento, su naturaleza y su extensión.
a) Fundamento. – La santa indiferencia se apoya en aquellos tres principios teológicos que acabamos de recordar, que son su fundamento inconmovible. Es evidente que si la voluntad divina es la causa suprema de todo cuanto ocurre, y ella es infinitamente buena, santa, sabia, poderosa y amable, la conclusión se impone: cuanto más se conforme y coincida mi voluntad con la de Dios, tanto más buena, santa, sabia, poderosa y amable será. Nada malo puede ocurrirme con ello, pues los mismos males que Dios permita que vengan sobre mí contribuirán a mi mayor bien si sé aprovecharme de ellos en la forma prevista y querida por Dios.
b) Naturaleza– Para precisar la naturaleza y verdadero alcance de la santa indiferencia hay que tener en cuenta tres principios fundamentales:
1.º  Su finalidad es que el hombre se entregue totalmente a Dios saliendo de sí mismo. No se trata de un encogimiento de hombros estoico e irracional ante lo que pueda ocurrirnos, sino del medio más eficaz para que nuestra voluntad se adhiera fuertemente a la de Dios.
2.º  Esta indiferencia se entiende solamente según la parte superior del alma. Porque, sin duda alguna, la parte inferior o inclinación natural –voluntas ut natura, como dicen los teólogos– no puede menos de sentir y acusar los golpes del infortunio o la desgracia. Sería tan imposible pedirle a la sensibilidad que no sienta nada ante el dolor como decirle a una persona que acaba de encontrarse con un león amenazador: no tengas miedo. No es posible dejarlo de tener (San Francisco de Sales). De donde no hay que turbarse cuando se siente la repugnancia de la naturaleza, con tal de que la voluntad quiera aceptar aquel dolor como venido de la mano de Dios, a pesar de todas las protestas de la sensibilidad inferior. Éste es exactamente el ejemplo que nos dio Nuestro Señor Jesucristo, quien por una parte deseaba ardientemente su pasión –“quomodo coarctor!”... (Lc. 12, 50), “desiderio desideravi”... (Lc. 22, 15)– y por otra parte acusaba el dolor de la parte sensible: “Me muero de tristeza”... (Mt. 26, 38): “Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mt. 27, 46). Y cuando San Juan de la Cruz lanzaba su heroica exclamación: “padecer, Señor, y ser despreciado por vos”, o Santa Teresa su “o morir o padecer”, o Santa Magdalena de Pazzi su “no morir, sino padecer”, es evidente que no lo decían según la parte inferior de su sensibilidad –pues eran de carne y hueso, como todos los demás–, sino únicamente según su voluntad superior, que querían someter totalmente al beneplácito divino a despecho de todas las protestas de la naturaleza sensible.
3.º  Esta indiferencia, finalmente, no es meramente pasiva, sino verdaderamente activa, aunque determinada únicamente por la voluntad de Dios. En los casos en que esta voluntad divina aparece ya manifestada (voluntad de signo), la voluntad del hombre se lanza a cumplirla con generosidad rápida y ardiente. Y en los que la divina voluntad no se ha manifestado todavía (voluntad de beneplácito) está en estado de perfecta disponibilidad para aceptarla y cumplirla apenas se manifieste.
Esta indiferencia, pues, nada tiene que ver con la quietud ociosa e inactiva que soñaron los quietistas, justamente condenada por la Iglesia.
c)  Extensión– “La indiferencia –dice San Francisco de Sales– se ha de practicar en las cosas referentes a la vida natural, como la salud, la enfermedad, la hermosura, la fealdad, la flaqueza, la fuerza; en las cosas de la vida social, como los honores, categorías y riquezas; en los diversos estados de la vida espiritual, como las sequedades, consuelos, gustos y arideces; en las acciones, en los sufrimientos y, en fin, en toda clase de acontecimientos o circunstancias”.
En los capítulos siguientes describe maravillosamente el santo obispo de Ginebra cómo haya de practicarse esta indiferencia y omnímodo abandono en las más difíciles circunstancias: en las cosas del servicio de Dios, cuando Él permite el fracaso después de haber hecho por nuestra parte todo cuanto podíamos; en nuestro adelantamiento espiritual, cuando, a pesar de todos nuestros esfuerzos, parece que no adelantamos nada; en la permisión de los pecados ajenos, que hemos de odiar en sí mismos, pero adorando a la vez la divina permisión, que no los permite jamás sino para sacar mayores bienes; en nuestras propias faltas, que hemos de odiar y reprimir, pero aceptando a la vez la humillación que nos reportan y doliéndonos de ellas con un “arrepentimiento fuerte, sereno, constante y tranquilo, pero no inquieto, turbulento ni desalentado”, etc., etc. Es preciso leer despacio esas preciosas páginas, llenas de delicadas sugerencias e ingeniosas comparaciones, que constituyen como el código fundamental que han de tener en cuenta las almas en su vida de abandono a la divina voluntad.
Una última cuestión: ¿Hay que llegar en este omnímodo abandono a hacerse indiferente a la propia salvación, como decían los quietistas y semiquietistas? De ninguna manera. Este delirio y extravío está expresamente condenado por la Iglesia. Dios quiere que todos los hombres se salven (1 Tim. 2, 4), y solamente permite que se condenen los que voluntariamente se empeñan en ello conculcando sus mandamientos y muriendo impenitentes. Renunciar a nuestra propia salvación con el pretexto de practicar con mayor perfección el abandono total en manos de Dios sería oponernos a la voluntad misma de Dios, que quiere salvarnos, y al apetito natural de nuestra propia felicidad, que nos viene del mismo Dios a través de la naturaleza. Lo único que se debe hacer es desear nuestra propia salvación, no sólo ni principalmente porque con ella alcanzaremos nuestra felicidad, sino ante todo porque Dios lo quiere, y con ella le glorificaremos con todas nuestras fuerzas. El motivo de la gloria de Dios ha de ser el primero, y debe prevalecer por encima del de nuestra propia felicidad, pero sin renunciar jamás a esta última, que entra plenamente –aunque en segundo lugar– en el mismo querer y designio de Dios.
5.  Frutos y ventajas de la vida de abandono en Dios. – Son inestimables los frutos y ventajas de la vida de perfecto abandono en la amorosa providencia de Dios. Aparte de los ya señalados al hablar de su excelencia, merecen recordarse los siguientes:
1.º  Nos hace llevar una vida de dulce intimidad con Dios, como el niño en brazos de su madre.
2.º  El alma camina con sencillez y libertad; no desea más que lo que Dios quiera.
3.º  Nos hace constantes y de ánimo sereno a través de todas las situaciones: Dios lo ha querido así.
4.º  Nos llena de paz y de alegría: nada puede sobrevenir capaz de alterarlas, pues sólo queremos lo que Dios quiera.
5.º  Nos asegura una muerte santa y un gran valimiento delante de Dios: en el cielo, Dios cumplirá la voluntad de los que hayan cumplido la de Él en la tierra.
(Fuente: "Teología de la perfección cristiana" - A. Royo Marín. BAC.)

(Meditaciones del libro "Preparación para la muerte",
de San Alfonso María de Ligorio,
Doctor de la Iglesia)
PUNTO 1
Todo el fundamento de la salud y perfección de nuestras almas consiste en el amor de Dios. “Quien no ama está en la muerte. La caridad es el vínculo de la perfección” (1 Jn. 3, 14; Col. 3, 14). Mas la perfección del amor es la unión de nuestra propia voluntad con la voluntad divina, porque en esto se cifra –como dice el Areopagita– el principal efecto del amor, en unir de tal modo la voluntad de los amantes, que no tengan más que un solo corazón y un solo querer.
En tanto, pues, agradan al Señor nuestras obras, penitencias, limosnas, comuniones, en cuanto se conforman con su divina voluntad, pues de otra manera no serían virtuosas, sino viciosísimas y dignas de castigo.
Esto mismo, muy especialmente, nos manifestó con su ejemplo nuestro Salvador cuando del Cielo descendió a la tierra. Esto, como enseña el Apóstol (Hech. 10, 5-7), dijo el Señor al entrar en el mundo: “Vos, Padre mío, habéis rechazado las víctimas ofrecidas por el hombre, y queréis que os sacrifique con la muerte este Cuerpo que me habéis dado. Cúmplase vuestra divina voluntad”. Y lo mismo declaró muchas veces, diciendo (Jn. 6, 38) que no había venido sino para cumplir la voluntad de su Padre.
Con lo cual quiso patentizarnos el infinito amor que al Padre tiene, puesto que vino a morir para obedecer el divino mandato (Jn. 14, 31). Dijo, además (Mt. 12, 50), que reconocería por suyos únicamente a los que cumplieran la voluntad de Dios, y por esta causa el único fin y deseo de los Santos en todas sus obras ha sido el cumplimiento de ella. El Beato Enrique Susón exclama: “Preferiría ser el gusano más vil de la tierra, por voluntad de Dios, que ser por la mía un serafín”.
Santa Teresa dice que lo que ha de procurar el que se ejercita en oración es conformar su voluntad con la divina, y que en eso consiste la más encumbrada perfección, de tal suerte, que quien en ello sobresaliere recibirá de Dios más altos dones y adelantará más en la vida interior.
Los bienaventurados en la gloria aman a Dios perfectamente, porque su voluntad está unida y conforme por completo con la voluntad divina. Así, Jesucristo nos enseñó que pidiéramos la gracia de cumplir en la tierra la voluntad de Dios como los Santos en el Cielo. Fiat voluntas tua, sicut in coelo, et in terra.
Quien así lo hiciere, será hombre según el corazón de Dios, como llamaba el Señor a David, porque éste se hallaba dispuesto siempre a cumplir lo que Dios quería, y continuamente le suplicaba que le enseñase a ponerlo por obra (Sal. 142, 10).
¡Cuánto vale un solo acto de perfecta resignación a lo que Dios dispone! Bastaría para santificarnos... Va Pablo a perseguir a la Iglesia, y Cristo se le aparece y le ilumina y convierte con su gracia. El Santo se ofrece a cumplir lo que Dios le mande (Hch. 9, 6): “Señor, ¿qué quieres que haga?” Y Jesucristo le llama vaso de elección (Hch. 9, 15) y Apóstol de las gentes.
El que ayuna y da limosna y se mortifica por Dios, da una parte de sí mismo; pero el que entrega a Dios su voluntad, le da todo cuanto tiene. Esto es lo que Dios nos pide, el corazón, la voluntad (Pr. 23, 26).
Tal ha de ser, en suma, el blanco de nuestros deseos, de nuestras devociones, comuniones y demás obras piadosas, el cumplimiento de la voluntad divina. Éste debe ser el norte y mira de nuestra oración: el impetrar la gracia de hacer lo que Dios quiera de nosotros.
Para esto hemos de pedir la intercesión de nuestros Santos protectores, y especialmente de María Santísima, para que nos alcance luces y fuerzas, con el fin de que se conforme nuestra voluntad con la de Dios en todas las cosas, y sobre todo en las que repugnan a nuestro amor propio... Decía el Beato M. P. Ávila: “Más vale un ‘bendito sea Dios’, dicho en la adversidad, que mil acciones de gracias en los sucesos prósperos”. 
PUNTO 2
Menester es conformarnos con la voluntad divina, no sólo en las cosas que recibimos directamente de Dios, como son las enfermedades, las desolaciones espirituales, la pérdida de hacienda o de parientes, sino también en las que proceden sólo mediatamente de Dios, que nos la envía por medio de los hombres, como la deshonra, desprecios, injusticias y toda suerte de persecuciones. Y adviértase que cuando se nos ofenda en nuestra honra y se nos dañe en nuestra hacienda, no quiere Dios el pecado de quien nos ofende o daña, pero sí la humillación o pobreza que de ello nos resulta.
Cierto es, pues, que cuanto sucede, todo acaece por la divina voluntad. Yo soy el Señor que formó la luz y las tinieblas, y hago la paz y creo la desdicha (Is. 45, 7). Y en el Eclesiástico leemos: “Los bienes y los males, la vida y la muerte vienen de Dios”. Todo, en suma, de Dios procede, así los bienes como los males.
Llámanse males ciertos accidentes, porque nosotros les damos ese nombre, y en males los convertimos, pues si los aceptásemos como es debido, resignándonos en manos de Dios, serían para nosotros, no males, sino bienes. Las joyas que más resplandecen y avaloran la corona de los Santos son las tribulaciones aceptadas por Dios, como venidas de su mano.
Cuando supo el santo Job que los sabeos le habían robado los bienes, no dijo: “El Señor me lo dio y los sabeos me lo quitaron”, sino el Señor me los dio y el Señor me los quitó (Jb. 1, 21). Y diciéndolo, bendecía a Dios, porque sabía que todo sucede por la divina voluntad (Jb. 1, 21).
Los santos mártires Epicteto y Atón, atormentados con garfios de hierro y hachas encendidas, exclamaban: Señor, hágase en nosotros tu santa voluntad, y al morir, éstas fueron sus últimas palabras: “¡Bendito seas, oh Eterno Dios, porque nos diste la gracia de que en nosotros se cumpliera tu voluntad santísima!”.
Refiere Cesario (lib. 10, c. 6) que cierto monje, aunque no tenía vida más austera que los demás, hacía muchos milagros. Maravillado el abad, preguntóle qué devociones practicaba. Respondió el monje que él, sin duda, era más imperfecto que sus hermanos, pero que ponía especial cuidado en conformarse siempre y en todas las cosas con la divina voluntad. “Y aquel daño –replicó el abad– que el enemigo hizo en nuestras tierras, ¿no os causó pena alguna?” “¡Oh Padre! –dijo el monje–, antes doy gracias a Dios, que todo lo hace o permite para nuestro bien”, respuesta que descubrió al abad la gran santidad de aquel buen religioso.
Lo mismo debemos nosotros hacer cuando nos sucedan cosas adversas: recibámoslas todas de la mano de Dios, no sólo con paciencia, sino con alegría, imitando a los Apóstoles, que se complacían en ser maltratados por amor de Cristo. Salieron gozosos de delante del Concilio, porque habían sido hallados dignos de sufrir afrentas por el nombre de Jesús (Hch. 5, 41). Pues ¿qué mayor contento puede haber que sufrir alguna cruz y saber que abrazándola complacemos a Dios?...
Si queremos vivir en continua paz, procuremos unirnos a la voluntad divina y decir siempre en todo lo que nos acaezca: “Señor, si así te agrada, hágase así” (Mt. 11, 26). A este fin debemos encaminar todas nuestras meditaciones, comuniones, oración y visitas al Señor Sacramentado, rogando continuamente a Dios que nos conceda esa preciosa conformidad con su voluntad divina.
Y ofrezcámonos siempre a Él, diciendo: Vedme aquí, Dios mío; haced de mí lo que os agrade... Santa Teresa se ofrecía al Señor más de cincuenta veces diariamente, a fin de que dispusiese de ella como quisiera. 
PUNTO 3
El que está unido a la divina voluntad disfruta, aun en este mundo, de admirable y continua paz. “No se contristará el justo por cosa que le acontezca” (Pr. 12, 21), porque el alma se contenta y satisface al ver que sucede todo cuanto desea; y el que sólo quiere lo que quiere Dios, tiene todo lo que puede desear, puesto que nada acaece sino por efecto de la divina voluntad.
El alma resignada, dice Salviano, si recibe humillaciones, quiere ser humillada; si la combate la pobreza, complácese en ser pobre; en suma: quiere cuanto le sucede, y por eso goza de vida venturosa. Padece las molestias del frío, del calor, la lluvia o el viento, y con todo ello se conforma y regocija, porque así lo quiere Dios. Si sufre pérdidas, persecuciones, enfermedades y la misma muerte, quiere estar pobre, perseguido, enfermo; quiere morir, porque todo eso es voluntad de Dios.
El que así descansa en la divina voluntad y se complace en lo que el Señor dispone, se halla como el que estuviera sobre las nubes del cielo y viera bajo sus plantas furiosa tempestad sin recibir él perturbación ni daño. Ésta es aquella paz que –como dice el Apóstol (Fil. 4, 7)– supera a todas las delicias del mundo; paz continua, serena, permanente, inmutable. El necio se muda como la luna, el sabio se mantiene en la sabiduría como el sol (Ecl. 27, 12). Porque el pecador es mudable como la luz de la luna, que hoy crece y otros días mengua. Hoy le vemos reír; mañana, llorar; ora se muestra alegre y tranquilo; ora afligido y furioso. Cambia y varía, en fin, como las cosas prósperas o adversas que le suceden.
Pero el justo, como el sol, se mantiene en su ser con igualdad y constancia. Ningún acaecimiento le priva su dichosa tranquilidad, porque esa paz de que goza es hija de su conformidad perfecta con la voluntad de Dios. Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad (Lc. 2, 14).
Santa María Magdalena de Pazzi no bien oía nombrar voluntad de Dios, sentía consolación tan profunda, que se quedaba sumida en éxtasis de amor... Con todo, las facultades de nuestra parte inferior no dejarán de hacernos sentir algún dolor en las cosas adversas; pero en la voluntad superior, si está unida a la de Dios, reinará siempre profunda e inefable paz. Ninguno os quitará vuestro gozo (Jn. 16, 22).
Indecible locura es la de aquellos que se oponen a la voluntad de Dios. Lo que Dios quiere se ha de cumplir seguramente.¿Quién resiste a su voluntad? (Ro. 9, 19). De suerte que esos desventurados tienen por fuerza que llevar su cruz, aunque sin paz ni provecho. ¿Quién le resistió y tuvo paz? (Jb. 9, 4).
¿Y qué otra cosa desea Dios para nosotros sino nuestro bien? Quiere que seamos santos para hacernos felices en esta vida y bienaventurados en la otra. Penetrémonos de que las cruces que Dios nos envía cooperan a nuestro bien (Ro. 8, 28), y de que ni los mismos castigos temporales vienen para nuestra ruina, sino a fin de que nos enmendemos y alcancemos la eterna felicidad (Jdt. 8, 27).
Dios nos ama tanto, que no sólo desea nuestra salvación, sino que se muestra solícito para procurárnosla (Salmo 39, 18). ¿Y qué nos ha de negar quien nos dio a su mismo Hijo?... (Ro. 8, 32).
Abandonémonos, pues, siempre en manos de Dios, que jamás deja de atender a nuestro bien (1 Pe. 5, 7). “piensa tú en Mí –decía el Señor a Santa Catalina de Siena–, que Yo pensaré en ti”. Digamos siempre como la Esposa: Mi amado para mí, y yo para Él(Cant. 2, 16). Mi amado trata de mi bien, y yo no he de pensar más que en complacerle y unirme a su santa voluntad.
No debemos pedir, decía el santo Abad Nilo, que haga Dios lo que deseamos, sino que nosotros hagamos lo que Él quiera.
Quien así proceda tendrá venturosa vida y santa muerte. El que muere resignado por completo a la divina voluntad nos deja certeza moral de su salvación. Mas el que no vive así unido a la voluntad de Dios, tampoco lo estará al morir, y no se salvará.
Procuremos, pues, familiarizarnos con ciertos pasajes de la Sagrada Escritura, que sirven para conservarnos en esa unión incomparable: “Dime, Señor, lo que quieres que haga, pues yo deseo hacerlo” (Hch. 9, 6). “He aquí a tu siervo: manda y serás obedecido” (Lc. 1, 38). “Sálvame, Señor, y haz de mí lo que quieras. Tuyo soy, y no mío” (Sal. 118, 94).
Y cuando nos suceda alguna adversidad, digamos en seguida: “Hágase así, Dios mío, porque así lo quieres” (Mateo 11, 26). Especialmente, no olvidemos la tercera petición del Padrenuestro: “Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el Cielo”. Digámosla menudo, con gran afecto, y repitámosla muchas veces... ¡Dichosos nosotros si vivimos y morimos diciendo: Fiat voluntas tua!



fuente http://www.santisimavirgen.com.ar/voluntad_de_dios.htm