lunes, 23 de mayo de 2011

Siempre uno decide

Si bien hemos, comentado, el entorno de nuestras desiciones, se ven influenciadas, por el contexto, nuestra formacion, nuestras metas, prejuicios, habitos buenos o malos (virtudes o vicios), nuestra voluntad, nuestro correcto discernimiento, y aun mas por las influencias que pueda de algun modo manifestarse, del mundo sobrenatural, el mismo demonio, nuestro angel de la guarda o Dios en su providencia, al final la desicion de lo que hagamos siempre sera nuestra, somos los dueños de nuestros actos, y responsables de sus consecuencias, buenas o malas, y quizas la monotonia, la costumbre, o el no poner atencion, nos hacen hacer a veces las cosas en automatico, la verdad es que ese ejercicio de libertad, es nuestro a cada instante y con el viviremos toda la vida.

sábado, 14 de mayo de 2011

Libre Albedrio

1. Libertad limitada, pero real

Y lo primero que pienso necesario asentar, a este respecto, es que cualquiera de nosotros, de nuestros amigos, alumnos o alumnas, de nuestros clientes o pacientes, de nuestros hijos o hijas es, en efecto, libre. Debe tener conciencia de ello, y asumir las posibilidades y los límites de esa propiedad. Hacerse responsable de su propia vida… porque está capacitado para hacerlo[1].

Pues, en rigor, posee libertad. Finita, limitada, múltiplemente restringida y variamente amenazada, si se quiere. Pero libertad, al fin y al cabo. Existen al menos algunas acciones que están en manos del hombre y de la mujer. Y, como intentaré mostrar, el número y la calidad de esas acciones pueden constantemente incrementarse, mediante el desarrollo de hábitos operativos buenos, de lo que tradicionalmente se ha conocido como virtudes.

Agustín de Hipona lo afirmó rotundamente al escribir que «ninguna cosa está tan en nuestro poder como la voluntad misma». Pero no hace falta acudir a su patrocinio. Estamos ante un hecho de experiencia, incluso de una experiencia elemental y básica: aunque acotada, tenemos libertad, dominio relativo sobre buena parte de nuestros propios actos —podemos, en definitiva y última instancia, realizarlos o no realizarlos— y, a través de ellos, sobre nuestro ser.

Solo cuando perdemos de vista sus límites, cuando pretendemos una libertad infinita, no creada, afloran multitud de aporías, que tienden a hacernos creer que el hombre no goza de esa libertad. Con otras palabras: únicamente la pretensión de una libertad absoluta, sobrehumana, nos conduce a sentir que no somos libres[2 ].

www.catholic.net

lunes, 9 de mayo de 2011

La libertad y los habitos

El ser humano, por el echo de tener inteligencia, y voluntad, puede elegir en libertad, la razon nos puede llevar a la conclusion, de que es lo mejor, la voluntad movera a que se efectue esa accion, sin embargo, como dicen del dicho al echo hay un trecho, y es que ni la voluntad ni la razon son perfectas, una por que no necesariamente actuara conforme a la razon, la otra por que no siempre tendra toda la informacion, y aun teniendola, se vera envuelta en la nublazon de la razon, que son los estimulos externos o propios de cada ser humano, sin embargo aun si uno logra mover la voluntad hacia los dictados de su razon, debera enfrentarse con las costumbres, habitos que en caso de ser malos (vicios), serviran como obstaculo para llegar a lo que se propone la razon y mueve la voluntad, pero si son habitos buenos (virtudes), allanaran el camino para realizar la accion ordenada por la razon y movida por la voluntad.
Todo este proceso es digamos el paso inicial de la libre voluntad de eleccion tema del libre albedrio, que tocaremos mas delante.

domingo, 8 de mayo de 2011

Habitos y virtudes

Las virtudes humanas
Entre esos valores humanos, ocupan un puesto preponderante las virtudes humanas. La palabra virtud, del latín virtus, igual que su equivalente griego, areté, significa "cualidad excelente", "disposición habitual a obrar bien en sentido moral". Puesto que se trata de una disposición o capacidad adquirida, por el ejercicio y el aprendizaje, de hacer lo que es moralmente bueno, la virtud es una cualidad de la voluntad que supone un bien para uno mismo o para los demás. Y en esto se distingue una virtud de cualquier otra disposición habitual, como por ejemplo la salud, la fuerza física o la inteligencia: en que "en un hombre virtuoso la voluntad es la que es buena".

Las fuentes de la doctrina sobre la virtud son Platón, Aristóteles y Tomás de Aquino, fiel comentador en este punto de las teorías aristotélicas. La virtud es, en Platón, el dominio de la parte racional del alma sobre la parte apetitiva (tendencia a lograr un fin sensible) y sobre la parte irascible (tendencia a evitar un daño sensible). Aristóteles desarrolla este esquema y sistematiza la doctrina de la virtud en el Libro II de la Ética a Nicómaco. El alma racional platónica es en Aristóteles la diánoia o razón discursiva en su función práctica (excluidas las funciones teóricas y productivas de la razón); el buen funcionamiento de esta razón supone la virtud dianoética de la prudencia, o phrónesis, la racionalidad práctica, y a ella incumbe el saber llevar una vida moralmente virtuosa.

La vida es moralmente virtuosa si se tiene el hábito de la virtud, "por el cual el hombre se hace bueno y por el cual ejecuta bien su función propia"; la práctica habitual de las virtudes éticas, que consisten en un justo medio entre dos excesos, hace al hombre moral y lo dispone a la felicidad. Por esto la ética no es sino el cumplimiento del fin del hombre. En esta misma línea, Tomás de Aquino distingue entre apetito natural, el de la comida, por ejemplo, sensitivo e impulsado por la imaginación o la sensación, y el racional, que es la determinación de la voluntad. El concepto aristotélico de virtud, fundamento de la ética, pasa con el Aquinate al mundo cristiano. A las virtudes morales de Aristóteles y a las principales o cardinales -así llamadas por San Ambrosio- que Platón menciona como fundamentales en La República, a saber: sophía, prudencia; andreia, fortaleza; sophrosine, templanza; y dikaiosyne, justicia, añade las virtudes teologales (fe, esperanza y caridad), que tienen por objeto a Dios.

Los hábitos
Tanto el bien como el mal obrar forman costumbres e inclinaciones en el espíritu; es decir, hábitos de obrar. A los buenos se les llama "virtudes"; y a los malos, "vicios". Un hábito bueno del espíritu es, por ejemplo, saber decidir sin precipitación y considerando bien las circunstancias. Un vicio, en cambio, en el mismo campo, es el atolondramiento, que lleva a decidir sin pensar y a modificar muchas veces y sin motivo las decisiones tomadas. Algo tan importante como lo que llamamos "fuerza de voluntad" no es otra cosa que un conjunto de hábitos buenos conseguidos después de haber repetido muchos actos en la misma dirección.Ésta es la regla de oro de la educación del espíritu: la repetición. Hay un pequeño caso que afecta a una parte importante de la humanidad y que nos ofrece un buen ejemplo: la hora de levantarse de la cama. Casi todos los hombres tenemos la experiencia de lo que supone en ese momento dejarse llevar por la pereza, y los que son más jóvenes la tienen de una manera más viva. Si, al sonar el despertador, uno se levanta, va creando la costumbre de levantarse, y, salvo que suceda algo como un cansancio anormal, resulta cada vez más fácil hacerlo. En cambio, si un día se espera unos minutos antes de dejar la cama, al día siguiente costará más esfuerzo; y si se cede, todavía más al día siguiente. Así hasta llegar a no oír el despertador.

www.ecojoven.com

jueves, 5 de mayo de 2011

Jugando con fuego

Las recientes revueltas en los paises arabes, organizadas "espontaneamente", desde las redes sociales, y el anuncio de los Estados Unidos de la muerte de Osama Bin Laden, por segunda vez, ya que como recordaremos, el 9 de abril del 2007 tambien lo dijo el presidente de paquistan, en ambos casos jamas se presentaron fotos, si embargo el rencor en el mundo arabe se siente, los organizadores de las protestas, en los paises arabes atravez de las redes sociales, son personas entrenadas, despues supuestamente la intervenciones extranjeras son para defender a los civiles, solo en aquellos paises que tienen pozos petroleros, como Libia, en Siria que no tienen petroleo, pues si que se maten. Cuidado pueden estar jugando con fuego.

martes, 3 de mayo de 2011

Los ultimos tiempos

Los ultimos tiempos Segun Alberto Villasana
La mayoría de las personas identifica equivocadamente los “Últimos Tiempos” con el “Fin del Mundo”. Esto se debe no solo a que la palabra “último” evoca lo postrero y más remoto, sino a que en occidente prevaleció la interpretación post-agustiniana que no se explicaba la concreción de que Jesucristo vaya a reinar por “mil años” en este mundo.

La culpa es de San Agustín quien, en su obra “La Ciudad de Dios”, tratando de combatir la herejía de Cerinto, espiritualizó tanto el Reino de Cristo, que llevó a que sus intérpretes confundieran el Fin de los Tiempos con el Fin del Mundo, y el Reino de Cristo con el Cielo.

Cerinto imaginaba el Milenio como una serie interminable de fiestas y banquetes, lo cual en la Iglesia se llamó posteriormente “milenarismo craso” o “carnal”, y es precisamente lo que condena el Magisterio.

En la misma línea, la teología, pensando que un “milenarismo” radical podía llevar a cierto materialismo, puso más énfasis en la explicación de que el Reino de Cristo se desarrolla incoadamente en el interior del hombre y de que solo se realizará plenamente en el Cielo.

Pero ésta es precisamente una lectura materialista que tergiversa la interpretación en su conjunto siendo que, en el género apocalíptico, “mil años” significa lapso de tiempo “largo”, además de que existen pasajes paralelos que apuntan a la realización espacio temporal del Reino y de que no se ven razones para descartar que ese Reino pueda durar efectivamente mil años.

Por el contrario, los primeros Padres de la Iglesia concebían los Últimos Tiempos como el período de purificación que precede al retorno glorioso de Cristo, quien volverá para derrotar el mal y reinar en el mundo por un período de tiempo amplio.

En este sentido, los Últimos Tiempos son el periodo de la siega donde el trigo y la cizaña son separados después de haber crecido juntos a lo largo de la historia. Los Últimos Tiempos son la purificación global antes del Retorno de Cristo. Los Últimos Tiempos son el final de la historia humana como la conocemos hasta ahora, antes de que el mundo y la naturaleza humana sean completamente renovados, cumpliéndose así el designio original de Dios.

Las palabras de San Mateo “como no la ha habido ni la habrá jamás”, referidas a la Gran Tribulación (Mt 24, 21), infieren claramente que la historia humana continuará después de los Últimos Tiempos y que una purificación de este tipo no volverá a suceder.

Sorprendentemente, el Papa Juan Pablo II rescató la interpretación original cuando, en una de las primeras catequesis de este milenio (14-02-2001), al analizar el Apocalipsis a la luz del gran teólogo San Ireneo, Padre de la Iglesia del siglo II, explicó que la “recapitulación” de todas las cosas en Cristo se realizará en esta historia y en esta Tierra, si bien totalmente transformadas.

Dice el Papa, citando en algunas partes el propio Catecismo de la Iglesia Católica, “Al final de esta batalla, cantada en algunas páginas admirables por el Apocalipsis, Cristo cumplirá la «recapitulación» y quienes estén unidos a Él formarán la comunidad de los creyentes que ya no será herida por el pecado, por las manchas y por el amor propio que destruye y hiere la comunidad terrena de los hombres.”

Las palabras “comunidad de los creyentes” se refieren necesariamente a nuestra realidad espacio temporal, ya que en el Cielo no existe la virtud de la fe.

Como resultado de una hermenéutica errada, muchos esperan que la manifestación gloriosa de Jesucristo acontezca en coincidencia con el Fin del Mundo y el Juicio Final. Pero teológicamente eso está equivocado.

Según el Apocalipsis, el Juicio final y definitivo se dará, sí, al final de la historia humana, pero la Parusía o Retorno glorioso de Jesucristo se coloca al inicio de un largo período de paz y de bienestar universal, que es inaugurado por la condescendiente aparición del Señor de la historia al final de la Gran Tribulación, purificación global que sella los Últimos Tiempos.

En sentido amplio, podemos estar seguros de que los Últimos Tiempos comenzaron ya con el retorno de los judíos a la tierra prometida, hecho que fue profetizado cientos de años antes de Cristo (Ez 37:21). Lo que falta, es saber cuándo comienzan los últimos siete años de este periodo, los de la “Gran Tribulación” descrita por los profetas Daniel, Isaías, Zacarías, por los Sinópticos y por Pablo de Tarso.

En efecto, los acontecimientos de mayo de 1948 y la guerra de 1967 nos dieron la certeza de estar viviendo ya los Últimos Tiempos en sentido amplio, quedando únicamente por determinar el sentido estricto, es decir, el comienzo de la Gran Tribulación, comúnmente conocida como la “semana de Daniel” en la que un día corresponde a un año.

Fuente www.ultimostiempos.org

lunes, 2 de mayo de 2011

El Regalo del Beato Juan Pablo II

En una sencilla y bonita ceremonia, dentro de la eucaristia, el priemero de mayo se ha inscrito en el libro de los beatos el nombre de Juan Pablo II
Un beato es un difunto que mediante el proceso de beatificación ha sido nombrado así por el Papa en nombre de la Iglesia católica. El beato puede ser venerado en público en una región determinada, generalmente la región que pidió su beatificación. El término beato significa literalmente feliz (del latín beatus), o bienaventurado en sentido más amplio, aludiendo a la creencia de que esa persona está ya gozando del paraíso.

Muchos critican que la iglesia tenga santos y beatos, en realidad solo es el reconocimiento de personas como nosotros que han vivido de manera heroica una o varias virtudes, y que ya gozan de la prescencia de Dios, y en los cuales ya se puede pedir su interseccion a Dios, no es que nosotros no lo podamos hacer directamente,es solo reconocer con humildad que otros nos pueden ayudar,mas si estan mas cerca de Dios que nosotros.

domingo, 1 de mayo de 2011

Maravillosas ¿coincidencias?

Qué hermosas jornadas, las de hoy y mañana. Está todo planificado por Dios para que sean dos días de emocionante fiesta. Hoy celebramos el aniversario de la Canonización de Santa Faustina Kowalska, que ocurrió el 30 de abril del año 2000. Y es hoy víspera de la Fiesta de la Divina Misericordia, pedida por el mismo Jesús a Sor Faustina para que se celebre el Domingo posterior a la Pascua de Resurrección. Juan Pablo II fue el artífice principal de la proclamación de Faustina como Santa, y de la difusión de la Devoción a la Misericordia Divina, que Jesús entregara a nuestra querida Santa en la Polonia atribulada por los años previos a la gran guerra. Juan Pablo II murió justamente el sábado en las horas previas al Domingo de la Divina Misericordia del año 2005, por lo que hoy de algún modo recordamos su fallecimiento también.

Y mañana, Domingo de la Misericordia Divina, celebramos la gran fiesta de Beatificación de nuestro amado Juan Pablo. Santa Faustina y Juan Pablo II se unen de este modo, alrededor de la Devoción a la Misericordia Divina, en un gesto que indica a las claras la invitación que Dios nos hace a reconocer cuan Amoroso y Misericordioso es Su Corazón.

Y como si todo esto no fuera suficiente, el 1 de mayo también celebramos la Fiesta de San José Obrero, el glorioso trabajador que cuidara de nuestro Niño y Joven Jesús en la Nazaret de la Sagrada Familia. Todo se ha unido para hacer de este fin de semana una gran fiesta en el Cielo, y en la tierra.

Dijo nuestro Papa Benedicto XVI:

“Como sabéis, el 1 de mayo próximo tendré el gozo de proclamar beato al venerable Papa Juan Pablo II, mi amado predecesor. La fecha elegida es muy significativa: será el segundo domingo de Pascua, que él mismo dedicó a la Divina Misericordia, y en cuya vigilia terminó su vida terrena. Cuantos lo han conocido, cuantos lo han estimado y amado no podrán por menos que gozar con la Iglesia por este acontecimiento. ¡Estamos muy contentos!”, (Benedicto XVI, 16-01-11)

Nosotros nos consideramos unidos a Juan Pablo II, porque él es un poco el Papa de nuestra generación, obra continuada por Benedicto XVI, como queda claro al leer sus emocionadas palabras anunciando esta maravilla.

Hoy es día de Santa Faustina, y como es sábado es también el día de la Virgen, día de espera, de vigilia en las puertas del Domingo, día de Su Hijo. Y mañana, las puertas del Cielo se abrirán para derramar la Misericordia de Dios en el festejo de la Beatificación de nuestro amado Carlos, Karol, o como más lo reconocemos, Juan Pablo.

¡Como las multitudes lo aclamaban, Juan Pablo II, te quiere todo el mundo!

Unidos a Santa Faustina, San José, nuestra amada Virgen, proclamemos a viva voz nuestro gozo de ser miembros de Su Iglesia, Iglesia que vivió la Gloria de tener un Pontífice como Juan Pablo, nada más ni nada menos que en nuestros tiempos.

Tomado de www.reinadelcielo.org