Capítulo 1: Creación, caída y sanación del Varón y la Mujer
– El ser humano al principio – La naturaleza humana herida por el pecado
original – Para comentar.
EL SER HUMANO AL PRINCIPIO
1) Al principio, el
ser humano fue creado por Dios como un lazo armonioso del mundo material y del
mundo espiritual. En el designio creador no debía ser ni solamente animal ni
solamente ángel. Iba a participar de la condición animal y de la angélica. Ni
animal ni ángel, pero asumiendo en sí, en forma humana, lo propio del mundo
animal y del mundo angélico. "Los hombres somos totalmente humanos y no
animalidad más espiritualidad". Es decir que en nosotros, lo animal está
al modo humano, más perfecto que el puro animal. El hombre mira y ve como
hombre, no como animal. La vida animal está en el hombre asumida por la
humanidad y asumida de manera eminente, perfeccionadamente. De modo que todo en
el hombre es humano también su animalidad y su espiritualidad.
Horizonte del tiempo
y la eternidad, de la materia y el espíritu, de lo animal y lo angélico
2) El ser humano es
pues una combinación armoniosa de materia y espíritu. En el hombre recién
creado se enlazaban armoniosamente lo animal y lo angélico, lo instintivo y lo
intelectual. Por eso Aristóteles y Santo Tomás han comparado al ser humano con
el horizonte. Así como en el horizonte parecen tocarse el cielo y la tierra, el
tiempo y la eternidad, así también en el hombre parecen tocarse lo material y
lo espiritual, cuerpo y alma, materia informada por el espíritu, lo animal
combinado en un solo ser con lo angélico5
3) Más aún, el hombre es, entre todas las creaturas, no
solamente la única creatura que participa de todos los ordenes creados, desde
lo mineral hasta lo angélico, sino la que más participa de la imagen y
semejanza divina, de modo que en él, como lo figuró Miguel Ángel en el fresco
de la Capilla Sixtina, parecen tocarse también lo humano y lo divino,
4) "Los cielos proclaman la gloria de Dios" afirma
el salmista (Sal 18,2). Pero sólo el hombre interpreta esa alabanza y es capaz
de cantarla. El mundo material es mudo. El hombre es como el diputado de la
Creación para alabar al Creador y reconocer su gloria. Sin el hombre, el
universo carecería de inteligencia, de corazón y de voz para conocer, amar y
alabar a Dios. Si se extinguiera la raza humana el universo quedaría mudo ante
su creador. Más: entre todas las creaturas materiales o visibles, sólo el ser
humano fue creado a imagen y semejanza visible de Dios. Es el único ser del
mundo visible que espeja mejor la espiritualidad del Creador y que puede entrar
en diálogo espiritual con Él. El único ser visible capaz de adorarlo.
5) De ese designio creador proviene la dignidad del hombre.
Y de ahí deriva la diferencia de la sexualidad humana de toda otra sexualidad
puramente animal. Es por el matrimonio del hombre y la mujer que se perpetuaría
la estirpe de los adoradores de Dios. Por la generación carnal se comunica una
imagen y semejanza espiritual. En este sentido, la sexualidad humana es también
como un horizonte donde se toca la comunicación del ser visible y el invisible,
el carnal y el espiritual, el animal y el angélico, lo instintivo, necesario y
lo amoroso y libre, de lo animal se pasa a lo personal.
6) Adán, creado primero, vivía entre los animales y les puso
nombre. Es decir tenía de común con ellos el elemento animal de su naturaleza,
el cual le daba (y le sigue dando) la posibilidad de comunicarse con ellos,
entenderlos, amaestrarlos, domarlos, domesticarlos, gozar de la compañía de
algunos. Pero Adán no encontraba entre ellos una ayuda adecuada, es decir
semejante a él en cuanto ser humano espiritual, capaz de relacionamiento
interpersonal. No encontraba entre ellos otra persona humana como él. Para
hacerle compañía espiritual fue creada otra persona humana: la mujer.
7) La preeminencia del factor personal, interpersonal,
espiritual, en la mujer se expresa en el relato bíblico en primer lugar por
esta finalidad de su creación. Ella es creada para ser la compañera espiritual
del varón; para entablar el diálogo espiritual y libre, con un ser que ya tenía
una capacidad de comunicación animal con los animales, pero una capacidad
insatisfecha de relacionamiento humano, espiritual, interpersonal.
8) Quizás para subrayar que lo más propio de Eva está en el
ámbito espiritual, el relato de los orígenes relativiza en ella el elemento
corpóreo: Dios no le hace un cuerpo propio, aparte, creado de la misma manera
que antes había plasmado el cuerpo del varón. Usa el cuerpo del varón como
principio creador del cuerpo de la mujer. La materialidad de su cuerpo es
tomada del cuerpo del varón. Y también su nombre es tomado del nombre del
varón. "Será llamada varona (isháh) porque del varón (ish) fue
tomada". El varón la reconoce y la recupera. Ella se reencuentra en él
como en su origen y su contexto de pertenencia: del varón fue tomada...
9) Hay que notar también que según el texto bíblico ella no
proviene del cuerpo del varón por generación sino como por partición. Varón y
mujer comparten; son copartícipes de una sola carne, un solo cuerpo. Él
reconoce en ella la parte que le faltaba y sin la que estaba incompleto. Y ella
reconoce en él a aquél de quien proviene y a quien desde siempre pertenecía,
sin el cual estaba como perdida e incompleta también.
10) El hecho de que Adán reciba esposa directamente de Dios,
establece un parentesco de alianza con su ´divinum socer´ con su suegro divino
(la palabra suegro viene de socer, socio: su Socio divino). La hija funda un
parentesco y una relacion social entre su padre y su esposo. En ella se anuda
la alianza entre dos hombres y entre dos familias. Está llamada a ser factor de
unión y de asociación.
11) Al mismo tiempo, la esposa es ´concedida´ por otro ante
el cual se es responsable. Así el varón es responsable ante Dios de la esposa,
como el esposo lo es de la esposa ante la familia de la esposa. Pero la entrega
de la esposa por parte de los suyos, anuda un vínculo de alianza de parentesco
que se espeja en la alianza con el Suegro divino.
12) El modo de creación del cuerpo de Eva expresa, además,
una verdad acerca del modo de relación de la mujer con su propio cuerpo. En lo
profundo de la experiencia femenina de relación con su cuerpo es como si
habitara en un cuerpo ajeno, que no le pertenece. A veces puede considerar su
propio cuerpo con cierta distancia y extrañeza y hasta con rechazo. En
ocasiones puede sentirse sujeta como sometida a su corporeidad, presa de ella,
como la princesa en la torre. A ella le desagrada que atribuyan sus estados de
ánimo a causas o concausas físicas. Es como si la dependencia corporal la
humillase. Quizás el relato bíblico expresa esas experiencias de la mujer en su
corporeidad, mostrando que su cuerpo no es suyo, sino tomado del de Adán; no es
otro diverso, sino uno tomado de la carne del varón y que parecería conservar
las huellas de una corporeidad ajena, aunque esté informada por un alma
femenina. Es como si su destinación creacional a lo espiritual la hiciese
padecer a veces su dependencia de lo físico.
13) A la inversa, el relato bíblico de la creación del
cuerpo de Eva, expresa la experiencia de relacionamiento del varón con el
cuerpo de la esposa. Es como si el varón reclamara el cuerpo de la esposa como
parte del suyo y buscara reintegrarlo a sí mismo, reconociéndolo como propio
suyo: ´carne de mi carne y hueso de sus huesos´. Pablo comentará: "Maridos
amad a vuestras mujeres como a vosotros mismos... el que odia a su mujer se
odia a sí mismo".
14) El modo de
creación del cuerpo de Eva expresa también el relacionamiento especial de la
participación en un solo cuerpo de ambos cónyuges en la sexualidad humana,
diversa de la animal, que tiene lugar en la relación matrimonial. En efecto, la
relación, según el designio del principio estaba destinada a ser tanto corpórea
como espiritual. Por el matrimonio, ambos se volverían a hacer una sola carne,
un solo ser, un solo cuerpo del que ambos dispondrían como dueños en común,
como socios en la común y amistosa corporeidad. Serían dos personas habitando
la misma carne y compartiéndola, como comparten la misma casa y el mismo
lecho.
15) Pablo parece
fundar ahí la oblatividad mutua entre esposa y esposo, que era el designio divino
del principio y que la salvación cristiana restaura por obra de la gracia
sanadora del sacramento del matrimonio: "La mujer no es dueña de su cuerpo
sino su esposo, ni el esposo es dueño de su cuerpo sino la esposa" (1 Cor
7,4). El esposo tiene el derecho al cuerpo de la esposa como el Todo tiene
derecho a su parte, por que el cuerpo de la mujer fue tomado del cuerpo del
varón. La esposa tiene derecho al cuerpo del esposo como la parte tiene derecho
al todo sin el cual no tendría sentido. Son el uno del otro, pero en forma
disimétrica, no intercambiable. Ella es como la parte del todo, y él como el
todo al que pertenece la parte. Ninguno tiene sentido sin el otro y se
necesitan el uno al otro. Pertenece el uno al otro.
16) La unidad de
origen, anterior a la separación creadora, vuelve a restablecerse en el amor
matrimonial cristiano por acuerdo amoroso de ambas voluntades. Cada uno
restituye al otro libremente y por amor, lo que le era propio. El cuerpo de la
mujer lo restituye ella libremente al varón como al todo del que fue tomado su
cuerpo. Y el cuerpo del varón es entregado por él libremente a la mujer como el
todo al que la parte tiene un derecho fundado en la voluntad creadora de Dios.
2. LA NATURALEZA
HUMANA HERIDA POR EL PECADO ORIGINAL
17) Veremos
inmediatamente, cómo, por el pecado original esta feliz dispensación ´del
principio´ se corrompe y el varón [el todo] intenta recuperar totalitariamente
a su parte y la mujer [la parte] tiende a querer comportarse como si fuera el
todo. El relato bíblico de la creación de Eva muestra ambas relaciones en la
perspectiva del designio divino del principio, destinado a la unión feliz de
ambos esposos por una relación de auténtica entrega. Y luego muestra cómo el
pecado original va a alterar las relaciones haciéndolas posesivas en vez de
generosas; divisoras en vez de unitivas. El modelo posesivo, característico del
hombre viejo, que se reserva a sí mismo sin entregarse y procura apoderarse del
otro, manipularlo, usarlo, es considerado por Pablo como una especie de estafa:
"no os defraudéis el uno al otro" (1 Cor 7,5). Pero de esto
corresponde tratar en otro lugar. De ahí que las relaciones entre varón y mujer
podrán vivirse sabiamente si se viven en gracia o insensatamente si se viven
según el pecado
original y los pecados que de él derivan.
18) El pecado
original hirió la naturaleza humana. ¿Cómo? En su relación con Dios, y a causa
de ello en todas sus demás relaciones: consigo mismo, con el otro, con el
mundo. 19) Dejó al hombre ciego para el
bien que es Dios mismo. Desde entonces el hombre vive en un estado de acedia:
ceguera espiritual para percibir a Dios como su Bien supremo. Y de esa ceguera
derivan todos los pecados contra Dios: indiferencia, tibieza, ingratitud, hasta
la rebeldía y el odio. 20) Herida su
naturaleza en la capacidad de conocer la Bondad suprema de Dios, como su Fin
último, el hombre se dispersa en la búsqueda de bienes con que saciar su sed de
bien. Sobreviene así la concupiscencia de la carne (los instintos animales, del
cuerpo) y la concupiscencia de los ojos (los apetitos espirituales, del
alma). 21) El pecado original
desequilibró la armonía entre el elemento material, físico y animal de la
naturaleza humana, con su elemento espiritual. Produjo en Adán y Eva - y
trasmitió a toda su descendencia - una ceguera para Dios y una equivocada
percepción de la jerarquía de los bienes; un desequilibrio entre lo instintivo,
lo afectivo y pasional por un lado y lo racional por el otro. 22) Importante: 1) según la visión católica,
la naturaleza humana es buena por ser creada por Dios, pero ha sido herida por
el pecado original y necesita ser sanada por la gracia. 2) Según la visión
protestante, el pecado original corrompió totalmente la naturaleza, de modo que
de ella no puede venir nada bueno sino solamente pecado. ´Es inevitable pecar,
pero que no se sepa´. Frente a este pesimismo, 3) la visión freudiana y del
psicologismo considera que la naturaleza del hombre es buena y uno se debe
abandonar a la guía de sus impulsos. ´No te reprimas, realizate, hacé la tuya,
al nene no lo corrijas´.
La casa sobre roca
Autor: Horacio Bojorge
Capítulo 2: El pecado original hirió al Varón y a la Mujer de diversa manera
– En el varón se desordenan más los instintos y en la mujer los deseos del alma
1. EL PECADO ORIGINAL HIRIÓ AL VARÓN Y A LA MUJER
DE DIVERSA MANERA
1) El pecado original no hirió de la misma manera al varón que a la
mujer. Habiéndolos herido a ambos, los hirió de manera disimétrica, a cada cual
a su modo. Varón y mujer serán afectados por las mismas concupiscencias e
incurrirán en los mismos vicios capitales, pero de manera diversa. Ambos
padecen de gula, pero la gula del varón está más cerca de la voracidad animal,
mientras que la gula de la mujer es más refinada, se inclina a las golosinas,
los dulces y las exquisiteces. Ambos padecerán la lujuria, pero el varón
regresará hacia la instintividad animal y la posesividad física, mientras la
mujer tenderá a la posesión afectiva y la dominación espiritual del alma del
varón.
2) Ambos padecen la ira, pero el varón tiende a manifestar y descargar
su cólera en forma corporal, física. A su ira la podríamos llamar ira caliente;
mientras que la mujer tiende a descargar la suya más bien verbalmente, mediante
la palabra hiriente, el agravio, la maledicencia y el maleficio: hiriendo con
la lengua o dañando indirecta y astutamente. A la suya, aunque sea tremenda,
podemos calificarla de ira fría. La del varón es ira regresivamente animal,
instintiva. La de la mujer es una furia más angélica, pero de un angelismo
malvado, es más demoníaca, medita más el daño que quiere hacer. Pensemos en la
Ira de Aquiles que canta Homero en la Ilíada y en la ira de Medea en la
tragedia de Eurípides.
3) Ella va al juez con un ojo morado, pero no hay grabación de lo que
ella le dijo antes a él. Si riñen dos varones es posible que corra sangre y
hasta que uno quede muerto. Entre mujeres el terreno principal de la querella
es el verbal y si llegan a las manos, lo que procuran más bien es afear a la
otra, desgreñándola y arañándole el rostro.
2. EN EL VARÓN SE DESORDENAN MÁS LOS INSTINTOS ANIMALES
Y EN LA MUJER MÁS LOS DESEOS ESPIRITUALES
4) La disimetría de la herida del pecado original en la naturaleza del
varón y de la mujer consiste pues en que el varón tiende a regresar a lo
instintivo y a los apetitos del cuerpo. En él el polo animal tiende a
predominar y a deshumanizarse. En él predominan los apetitos del cuerpo, la
concupiscencia de la carne. La mujer, en cambio, tiende a desequilibrarse por
lo que podemos llamar su polo angélico: por los apetitos del alma o la concupiscencia
de los ojos. Por eso se ha dicho que el pecado dominante del varón es la
lujuria y el pecado dominante de la mujer es la avaricia, la ambición.
5) Una de las consecuencias del pecado original en el ser humano es la
pérdida del control racional de las pasiones. A esas pasiones descontroladas se
les llaman concupiscencias. Son los deseos, afectos y pasiones desordenados y
que el ser humano mismo no logra gobernar con su razón. Hemos dicho que las
concupiscencias afectan tanto al varón como a la mujer, pero no de la misma
manera, sino a cada uno a su manera. Los dos quieren las mismas cosas, pero de
manera diferente. Hay un dicho que ilustra este hecho: ‘el varón quiere una
casa para tener una mujer, y la mujer quiere un hombre para tener una casa´.
6) Hemos visto que se distinguen dos formas de concupiscencia en el ser
humano, que corresponden a sus componentes corporal y espiritual. La que
corresponde al componente corporal o animal se llama concupiscencia de la
carne. Y la que corresponde al componente anímico o espiritual se llama
concupiscencia de los ojos.
7) La concupiscencia de la carne es el desorden de los apetitos
instintivos residentes en el cuerpo, del elemento que el hombre tiene de común
con el animal. Son ellas la gula y la lujuria, que corresponden al apetito de
la propia conservación por la comida y al de la conservación de la especie por
la sexualidad. A su frustración corresponde una ira animal.
8) La concupiscencia de los ojos, es el desorden de los apetitos,
afectos y deseos del alma: avaricia, vanidad, ambición. El desorden en los
deseos de consideración social, de bienestar y comodidades, de seguridad, de
ser querido, apreciado. Son los deseos que podemos llamar más propiamente
espirituales o humanos. A su frustración corresponde más bien, aunque no
exclusivamente, una ira más fría y espiritual.
9) El pecado original desordena al varón sobre todo por la
concupiscencia de la carne y tiende a devolverlo a la compañía de los animales.
Como el rey Nabucodonosor, reducido a la condición de los peores vagabundos que
hemos conocido: "arrojado de en medio de los hombres, come hierba como los
bueyes, su cuerpo se empapa del rocío del cielo, le crecen los cabellos como
plumas de águila, y las uñas como las de las aves de rapiña" (Daniel 4,
30). Al varón, el pecado original tiende a bajarlo a lo corpóreo, físico,
instintivo, animal. En él predominan los instintos sobre la razón, se desordena
por perder el gobierno de sus apetitos instintivos y tiende a achancharse, y
aveces es un verdadero "puerco". Por ejemplo, vemos cómo el varón
suele comer y beber en exceso, aunque le haga daño y ese descontrol suele irse
agravando con los años.
10) A la mujer le pasa lo contrario, tiende a subirse a lo angélico e
incluso a "usurpar lo divino". Ella se inclina al ejercicio ilegal de
la divinidad, y a la usurpación de la divina providencia. Y no por mal, ella
quiere el bien pero quiere hacerlo a su manera. Y quiere ser ella quien diga lo
que es bueno y lo que es malo, ¡también para vos!. Pero por ese camino de sus
propias buenas intenciones, es por donde la mujer se hace dominadora.
11) El varón se hace lujurioso, es incapaz de morir a su pasión sexual
por amor a su esposa cuando en realidad lo que le haría feliz a ella sería que
él muriera un poco a su pasión. Y ella es dominadora y a veces usa la debilidad
pasional del varón para manipularlo. Pero eso, en vez de reforzar el vínculo de
la amistad entre él y ella, produce la debilidad del vínculo amoroso, y por ese
eslabón se rompe. Cuando no están sanados él y ella de sus respectivos
desequilibrios por la gracia, el matrimonio entra en crisis, la amistad
matrimonial se hace imposible. Las pasiones matan el amor. La lujuria del varón
asquea a la mujer y la dominación de la mujer harta al hombre. Y en
consecuencia se hace imposible también la felicidad que Dios ha destinado para
el hombre en la amistad matrimonial. Es esa felicidad de la amistad
matrimonial, la que se corrompe por la corrupción de la virtud de él y de ella.
Es ese malentendido entre él y ella lo que impide la plena felicidad que Dios
tiene reservada a esa creación maravillosa que él hizo.
12) Resumiendo: el principal obstáculo para que se entiendan el varón y
la mujer en el noviazgo y en el matrimonio consiste en que el pecado original
los hirió de manera disimétrica. No produjo lo mismo en el varón que en la
mujer.
13) Estas mismos hechos los expresa el relato del origen en su lenguaje
simbólico ¿Por qué Satanás la tentó a Eva y no a Adán? La tentó a Eva con
querer tener la ciencia del bien y del mal y con querer ser como Dios, porque
ella es la que podía entrar más fácilmente en esa tentación del ejercicio
ilegal de la divinidad y la usurpación de la divina Providencia. En ella lo que
tiende a desordenarse es el polo espiritual. ¿Y qué pasó cuando Eva fue como
Dios? ¡No fue corriendo a comunicarle su conocimiento y poderes a su esposo!
Fue y le dio de comer. Atendió a su corporeidad. ¿Lo convirtió en el primer
mantenido? ¿Sugiere el relato que descuidó la espiritualidad de Adán, para la
que había sido llamada a ser compañía del varón, por atender a su
instintividad, sumergiéndolo más en ella? ¿Sugiere que quiso tomar el dominio y
el gobierno del varón? ¿Nacía así ese indiscreto amor tan femenino, que domina
a los que ama convirtiéndolos en mantenidos o de dominados a base de
atenciones? Ese parece ser el tipo de manipulación en que descuella nuestra
civilización, que no es tanto ‘machista´, sino que está más bien bajo el signo
de Eva, y efectivamente reduce al varón a macho y así somete al hombre para
desactivarlo como líder espiritual digno de ser obedecido.
3. LA SANACIÓN DE LAS HERIDAS DEL PECADO
POR LA GRACIA DE CRISTO
14) Las heridas del pecado original deben ser sanadas. Y es ésa la
sanación que Jesús trae al mundo y es eso lo que está impidiendo la acedia de
nuestros gobernantes y de los poderosos de este mundo y de Satanás el príncipe
de las tinieblas.
15) Por eso vemos la ruina matrimonial que cunde cada vez más, la
incapacidad de nuestros jóvenes que están engañados por todos los espectáculos
y la industria del espectáculo, por la telenovela y por lo demás, para
comprender cuál es el camino de la verdadera felicidad: el de la amistad entre
el Varón y mujer. Eso es "Acedia del Mundo". Acedia contra la
verdadera felicidad del varón y la mujer, que Dios planeó desde el Principio.
16) Porque Dios quiso que fueran felices en esa amistad pero el Mundo se
lo impide a los dos. A ella la mete cada vez más en la dominación por el
feminismo, y a él lo achancha cada vez más y lo hunde en la lujuria
proponiéndole el espectáculo de la mujer objeto. Esta es la hora de la Acedia
conyugal en el Mundo, es muy concreta, muy real y muy destructora de la verdad
y la felicidad esponsal y familiar.
17) El remedio cristiano lo propone Pablo en la carta a los Efesios: ¿al
varón que le dice? "Tenés que amar a tu mujer como Jesús a la Iglesia, es
decir, morir por ella." ¿Sos capaz de morir por tu mujer? ¿Sos capaz de
morir por lo menos a tus instintos y a tu pasión? Tenés que mortificar tu pasión
para alcanzar la castidad. "¡Padre, qué está diciendo! ¡pero si eso es
imposible!". Esto no lo dice nadie en el mundo de hoy pero es lo que hay
que decir porque esta es la verdad. Y los que dicen que la castidad para el
varón es imposible mienten o se engañan.
18) Y a la mujer ¿qué le dice Pablo en la carta a los Efesios? Tenés que
obedecer a tu esposo (que es peor que morir). Y en eso consiste la restauración
maravillosa de la herida del pecado original en él y en ella. El varón aprende
a morir por su esposa, la ama como Cristo a la iglesia y es capaz de ofrendar y
descubrir que muriendo a su pasión, encuentra una felicidad mayor que es la
felicidad humana, porque la otra lo baja a lo instintivo. Y ella aprende a
obedecer y se salva de su afán de dominación. Se restablece la salud primitiva
en cada uno de ellos. El hombre adquiere el dominio de sus pasiones, la mujer
se baja de su ambición angélica excesiva y los dos se encuentran como Cristo y
la Iglesia en la verdadera caridad.
19) ¿Pero entonces la felicidad humana excluye el elemento físico,
corporal? No, supone necesariamente como expresión del amor. Pero para
expresarlo también lo sacrifica. El amor necesita sanar mediante la gracia
sacramental la naturaleza herida, porque debido a ella, la sexualidad tiende a
deshumanizarlos, a pesar de la mejor buena voluntad y hasta a pesar de llevar
una vida de sacramentos y piedad. La castidad es aquella virtud que devuelve a
la persona la integridad perdida por el pecado original e integra su sexualidad
en la persona (CIC Nº 2337 ss.).
20) Las pasiones quitan el autodominio y el que no es dueño de sí mismo
no puede entregarse, como lo exige la felicidad conyugal que se alcanza por la
entrega sincera del uno al otro. "La voluptuosidad propia del sexo, - dice
Abelardo Pithod - al hacer perder al alma su autodominio y señorío, la deja con
una fuerte sensación de que se ha perdido, por unos pocos instantes, a sí
misma. Que se ha entregado y sometido enteramente a la vehemencia de lo
biológico y pasional. Que ha caído, por un momento, bajo el dominio animal. La
propia imagen de dignidad de la persona espiritual, dignidad que se basa en
cierto dominio sobre sí y sobre el cuerpo, se ve como ultrajada"6
21) La salvación cristiana, vino a restaurar, como lo dice Jesús: ´lo
que era en el principio´. Es decir, una sexualidad humana oblativa según el
designio divino creador. De esa manera es posible sustituir el modelo posesivo
que había sobrevenido a consecuencia del pecado original y era el corriente en
el mundo de la humanidad irredenta. El mismo modelo, por otra parte, del que
cada pareja de esa humanidad está presa, hasta que por la fe y la gracia
sanadora del sacramento matrimonial, accedan ambos a la posibilidad de vivir
según el modelo de la cultura esponsal católica. El varón cristiano ya no se
relacionará posesivamente con el cuerpo de la esposa, sino que lo amará como a
su propia carne. Y ella confiará en su esposo y podrá obedecerle gozosamente.
4. FINALIDAD SACRIFICIAL DEL INSTINTO EN LA EXPRESIÓN DEL
AMOR
22) De ahí que el gran psicólogo alemán Rudolf Allers ha dicho que
“entre el instinto y el amor hay una diferencia notable y al mismo tiempo
esencial. El instinto no busca más que su propia satisfacción, el amor busca el
bien del otro. El amor solo quiere dar, el instinto sólo quiere tomar. En el
amor es natural el sacrificio, el instinto, por su naturaleza, desconoce el
sacrificio, trata de apoderarse de su presa. En el dominio del instinto no hay
elección, ni decisión, ni sacrificio. Ellos existen solamente en el dominio del
amor”.
23) Allers afirma “la finalidad sacrificial del instinto en el amor
humano”. El instinto, dice, tiene primariamente la función de asegurar ciertos
valores vitales. Existe además para servir al amor humano como medio de
expresión y de realización. ¿Y cómo expresa el amor? Sacrificándole lo
instintivo. El instinto, afirma Allers, existe para proporcionar un alimento al
sacrificio que exprese el amor y lo realice.
24) “Vemos bien aquí, dice Allers, esto que le reprochan a la visión
moral cristiana todas las doctrinas que, en nombre de la naturaleza y de la
libertad, preconizan una moral sexual. Pero esto que ellas llaman la
naturaleza, son solamente funciones muy primitivas; y lo que exigen en el
nombre de la libertad, es más bien libertinaje; lo que presentan como una nueva
moral, es en realidad una antigua moral, pagana y primitiva”
25) Sin embargo, observa Allers, “Amar quiere decir estar dispuesto al
sacrificio. Poder e igualmente querer hacer sacrificios es pues un rasgo
esencial de la naturaleza humana. Pedimos que el mismo niño sepa sacrificarse;
no solamente para que se encuentre preparado para la vida que lo obligará
muchas veces, sino también para que se vuelva realmente un ser humano, para que
desarrolle en sí estas cualidades esenciales que hacen del hombre un ser tan
diferente de todos los que existen sobre la tierra”. “Para que el hombre
realice lo que hay de más alto en su naturaleza, es necesario que pueda oponer
su voluntad a los impulsos o a los deseos imperiosos que corresponden a la
parte inferior de su ser”7 .
del Libro La casa sobre roca
Autor: Horacio Bojorge
Imagen tomada del blog del padre fortea
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